NOTITARDE, Valencia, 3 de Marzo de 2013
Cristo nos llama a la conversión (Lc. 13, 1-9)
Joel José Núñez
El texto del evangelio de este domingo tiene dos partes. La primera Jesús utiliza dos acontecimientos que han impactado al pueblo de Israel (la de los hombres sacrificados por Pilato en Galilea y la de los 18 hombres que le cayó encima una torre en Jerusalén) para hacer reflexionar a sus oyentes e invitarlos a la conversión. Jesús deja claro a sus seguidores que lo sucedido a estas personas no era porque eran más pecadores que otros y afirmaba que si cada uno no se convierte también morirá y aquí El Señor hace referencia a la realidad del pecado que como un veneno va matando lentamente la vida del ser humano, porque el pecado es toda realidad negativa (vicios, malos deseos, envidias, impurezas, odios, venganza, calumnias, injusticias, mentiras….) contraria a Dios y que hace daño a la misma persona y a los hermanos, que esclaviza al ser humano, no lo deja ser feliz realmente y si la persona no busca a Dios, le va alejando de su amor y tiene el peligro de perder la vida eterna, por tanto, experimentar la muerte eterna; es decir, vivir para siempre sin Dios y esto es el infierno. De esta muerte eterna es de la que advierte Jesús a sus seguidores y también hoy a nosotros; porque el ser humano ha sido creado por Dios para la vida, para vivir feliz en este mundo, para experimentar aquello que nos realiza, nos llena la existencia, como es vivir en el amor, la justicia, la paz, la fraternidad, en valores, virtudes, sirviendo a los más necesitados, tendiendo la mano al prójimo, llevando fe y esperanza por doquier, disfrutando sanamente el día a día y después que termine nuestro tránsito por este mundo, alcanzar y disfrutar vida eterna, esperando en el Dios Amor que nos oferta vida sin fin por medio de Cristo muerto y resucitado por nosotros. Por eso, mientras vamos de camino, mientras Dios nos permite vivir en este mundo, necesitamos y debemos aprovechar el tiempo para vivir en los valores que garantizan plenitud en esta vida y luego vida eterna y sobre todo en el amor.
En la segunda parte del evangelio Jesús dirige a sus oyentes la parábola de la higuera sin fruto, que es mandada a cortar, pero por el cuidador de la tierra se le dio un año más, esperando que diera frutos. El dueño de la tierra, de la vida es Dios Padre y por medio de su Hijo Jesús, que por amor envió al mundo se nos renueva siempre una oportunidad para que nos convirtamos; es decir, para que dejemos la vida de pecado, el camino de la muerte y dirijamos así nuestros pasos hacia Dios, que es la fuente de la vida y del amor. Tendríamos que preguntarnos cuáles son los pecados que nos apartan de Dios y de los hermanos, que nos dan muerte y decidirnos en este tiempo de cuaresma, ya cercana la Semana Santa, de volver a Cristo, de regresar a Dios, de experimentar su misericordia y perdón. Necesitamos cambiar, revisar nuestra escala de valores, darnos cuenta si no los hemos invertido, evaluar si nuestra manera de pensar, sentir y actuar está acorde al querer de Dios o está muy alejado de sus mandamientos y de las enseñanzas de Cristo.
Todos somos pecadores, todos necesitamos convertirnos y cada quien sabe cuáles son los defectos, las debilidades o las tentaciones frecuentes que tiene en su vida cotidiana; se trata, por tanto, de acercarnos a Dios para que con la gracia del Espíritu Santo y por los méritos de la muerte y resurrección de Nuestro Señor, Jesucristo, podamos renovar y transformar nuestra vida, tener felicidad en el mundo presente y poder alcanzar después vida eterna. El mundo de hoy necesita ver en los cristianos, en los creyentes a hombres y mujeres que buscan constantemente a Dios, que viven en coherencia, que son testimonio de fe, esperanza y amor, que viven en la fraternidad, que se preocupan por alcanzar la santidad, de vivir de cara a Dios, haciendo el bien a sus semejantes y teniendo amor por sí mismos.
Ida y retorno
La Iglesia de Cristo está en oración, pidiendo al Señor nos regale un sucesor de Pedro según su Corazón de Buen Pastor, para que su Pueblo siga creciendo en santidad y buenas obras hacia dentro de sí misma y para beneficio de toda la humanidad.
Felicito al “Grupo Parroquial” en su 30 Aniversario, ejemplo de perseverancia, constancia, servicio y amor a Cristo y a la Iglesia en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de San Joaquín. Dios les siga bendiciendo y sean muchos años más de entrega.
El próximo sábado 9 de marzo tendremos la alegría en nuestra Arquidiócesis de tener seis nuevos diáconos, lo que se convierte en una bendición y gracia especial de Cristo por nuestra Iglesia Valenciana. Oremos por: Rafael Paredes, Luís Pérez, Eduardo Pereira, Wilfredo González, Luís Méndez y Franklin Ramírez que serán nuestros nuevos diáconos. Cristo les bendiga y haga fieles.
Ilustración: Leonard William French.
Brevísima nota LB: ¿Joel de Jesús o Joel Josél?
No hay comentarios:
Publicar un comentario