domingo, 10 de marzo de 2013

CONFESIÓN

Martes, 5. Marzo 2013 - 10:03 Hora
Con los brazos abiertos. Parábola del hijo pródigo
Lc 15, 1-3- 11-32
José Antonio Pagola

CON LOS BRAZOS SIEMPRE ABIERTOS

Para no pocos, Dios es cualquier cosa menos alguien capaz de poner alegría en su vida. Pensar en él les trae malos recuerdos: en su interior se despierta la idea de un ser amenazador y exigente, que hace la vida más fastidiosa, incómoda y peligrosa.
Poco a poco han prescindido de él. La fe ha quedado "reprimida" en su interior. Hoy no saben si creen o no creen. Se han quedado sin caminos hacia Dios. Algunos recuerdan todavía "la parábola del hijo pródigo", pero nunca la han escuchado en su corazón.
El verdadero protagonista de esa parábola es el padre. Por dos veces repite el mismo grito de alegría: "Este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado". Este grito revela lo que hay en su corazón de padre.
A este padre no le preocupa su honor, sus intereses, ni el trato que le dan sus hijos. No emplea nunca un lenguaje moral. Solo piensa en la vida de su hijo: que no quede destruido, que no siga muerto, que no viva perdido sin conocer la alegría de la vida.
El relato describe con todo detalle el encuentro sorprendente del padre con el hijo que abandonó el hogar. Estando todavía lejos, el padre "lo vio" venir hambriento y humillado, y "se conmovió" hasta las entrañas. Esta mirada buena, llena de bondad y compasión es la que nos salva. Solo Dios nos mira así.
Enseguida "echa a correr". No es el hijo quien vuelve a casa. Es el padre el que sale corriendo y busca el abrazo con más ardor que su mismo hijo. "Se le echó al cuello y se puso a besarlo". Así está siempre Dios. Corriendo con los brazos abiertos hacia quienes vuelven a él.
El hijo comienza su confesión: la ha preparado largamente en su interior. El padre le interrumpe para ahorrarle más humillaciones.
No le impone castigo alguno, no le exige ningún rito de expiación; no le pone condición alguna para acogerlo en casa. Sólo Dios acoge y protege así a los pecadores.
El padre solo piensa en la dignidad de su hijo. Hay que actuar de prisa. Manda traer el mejor vestido, el anillo de hijo y las sandalias para entrar en casa. Así será recibido en un banquete que se celebra en su honor. El hijo ha de conocer junto a su padre la vida digna y dichosa que no ha podido disfrutar lejos de él.
Quien oiga esta parábola desde fuera, no entenderá nada. Seguirá caminando por la vida sin Dios. Quien la escuche en su corazón, tal vez llorará de alegría y agradecimiento. Sentirá por vez primera que en el misterio último de la vida hay Alguien que nos acoge y nos perdona porque solo quiere nuestra alegría
Y se negaba a entrar.

PARABOLA DEL HIJO PRODIGO

Notas introductorias

Esta parábola solamente aparece en Lucas.
Es considerada por los críticos como la más extraordinaria de las que han quedado recogidas en la tradición evangélica. No se advierten en ella manipulaciones ni intervenciones de la comunidad. Por consiguiente es una de las típicas parábolas en las que se ve la mano original de Jesús: Por mucho que se la analice no se descubre en ella añadidos ni interpolaciones.
Es un relato sencillo, una narración extraordinaria y muy del estilo de Jesús.
Esta parábola, por otra parte, ha sido muy mal predicada, pues se acentúan aspectos que no son los más importantes. El verdadero protagonista no es el hijo pródigo sino el padre que trata con amor al hijo mayor y al hijo menor. El hijo mayor tiene también una importancia enorme. La parábola se debería titular: “La parábola del amor de un padre no comprendido por sus hijos”. Este es el verdadero tema de la narración.
Veamos esta diferencia: en la parábola de la viña, Dios aparece bajo la figura del dueño generoso: ésta Dios es presentado bajo la figura del Padre que sabe hacer fiestas, sabe gozar perdonando a sus hijos.
La parábola tiene dos partes:
1ª: (11-24) En ella se describe la actitud del hijo menor y sobre todo la alegría del padre al volver a encontrar a su hijo que lo creía muerto.
2ª: (24-34) En ella se narra la actitud del hijo mayor y en esta parte está la verdadera enseñanza de la parábola: el hijo que está todo el tiempo en casa, al final es el que se queda fuera de ella. Es el que no comprende la actuación del padre: él que creía que todo lo hacía bien: “jamás dejé de cumplir orden tuya”. Y esto… es muy triste, que después de no haber dejado de cumplir ninguna orden del padre, termine sin saber cómo es el padre.
Al final de la segunda descripción sobre el hijo mayor, se repite la actuación bondadosa del padre que comprende y abre una puerta a este hijo mayor.
Las dos partes terminan con el mismo estribillo: “este hijo mío estaba muerto y…”

Narración de la parábola

A) La actuación del hijo menor : Este comienza por perder la fe en su padre, y en esto estará su pecado: no creer que su padre le puede hacer feliz, que puede llenar su vida y entonces pide la herencia. Según el Deuteronomio, al hijo mayor le correspondía el doble que a los otros hijos. Por consiguiente siendo dos hermanos, al mayor le correspondía los 2/3 y 1/3 al segundo. El hijo menor pide lo que le corresponde en dinero y se marcha a una tierra lejana. Para un judío tierra lejana era igual a tierra pagana. En tiempo de Jesús había una emigración muy grande: en Palestina había más o menos medio millón de habitantes y en la diáspora unos 4.000.000 de judíos. Por eso, Jesús habla de algo muy real. El pecado del hijo no está en su entrega al libertinaje sino en que no se fía de su padre; prefiere una vida autosuficiente, independiente. Así más tarde tendrá precisamente esta impresión: “He pecado contra el cielo y contra tí.
B) A qué resultados llega: La parábola nos describe en breves trazos la miseria en que cae. Jesús es un gran narrador. Este hijo buscaba la liberación, la independencia de su padre y cae en la esclavitud de un pagano, de un extranjero y termina viviendo no gozosamente sino trabajando en un trabajo considerado maldito por los judíos: cuidar puercos, animales impuros, inmundos. El que cuidaba estos animales caía en un estado de impureza ritual total. Dice un dicho rabínico del tiempo de Jesús: “Maldito el hombre que cría cerdos”. Este hijo, que quería buscar el gozo, la felicidad, termina de hambre, sin poder alimentarse ni con el alimento de los animales impuros en una tierra pagana… Para una mentalidad judía está bien destacada la enorme distancia entre la primera situación del hijo que vivía en el hogar, junto a su padre que le quiere y esa situación de esclavitud a que llega.
C) Reacción del hijo menor: Sin embargo este hijo reacciona, reflexiona: “entró en sí mismo…” recordó la felicidad que tenía junto a su padre. Y no se queda en una reflexión teórica sino que reconoce su culpa, no se justifica, se da cuenta de que, una vez repartida la herencia, no tiene derecho a presentarse como hijo, no le corresponde nada en el hogar. Piensa, sin embargo, que podría ser aceptado como jornalero. Y se decide a volver y pone en práctica su decisión que es lo importante: “Se levantó y partió hacia su padre”.
D) La acogida del padre: El padre es el verdadero protagonista de la parábola.
La parábola lo presenta de una manera exagerada: “Estando todavía lejos, el padre echó a correr”. El echar a correr es poco digno para un oriental. Los orientales, con un poco de dignidad, nunca echan a correr y menos si son ancianos. Pero parece que a este padre no le importa nada… y echa a correr, lo besa, lo abraza efusivamente e interrumpe la confesión de su hijo y hace una serie de gestos que indican toda su alegría por el retorno de su hijo.
El padre pide a sus siervos le traigan:
El vestido: En Oriente y sobre todo en tiempo de Jesús no existían condecoraciones, se daba más importancia al vestido. Aquí hay que entender el vestido del hijo para que no se confunda con uno de los siervos.
El anillo: El anillo solo podían llevarlo el dueño y sus hijos y solía tener un sello.
Las sandalias: ya que los esclavos iban descalzos. El hijo viene descalzo como señal de esclavitud.
Organización de la fiesta: Matar un ternero cebado como signo de la alegría que tiene que reinar en la familia.
Toda la actuación del padre narrada por Jesús tiene la finalidad de destacar toda la felicidad, toda la alegría, todo el perdón de este padre que ha recuperado a este hijo al que creía muerto.
La actuación de este padre destaca más si pensamos en cómo podía haber reaccionado: podía haber rechazado al hijo que ya había perdido todos sus derechos y, en todo caso, podía haberlo recibido como jornalero; o también haberlo recogido como hijo pero en silencio, un poco avergonzado ante los vecinos por haberlo recibido. Pero… armar fiesta, armar todo ese tinglado… parece excesivo y como si el hijo mayor tuviese razón.
Esta es la primera parte de la parábola, que hubiera podido terminar aquí si Jesús hubiera querido decir solamente que Dios es bueno con el pecador que se arrepiente. Pero tiene otra intención más importante todavía. Por eso continúa con:
Actuación del hijo mayor: Llega éste a casa y se indigna ante la actuación del padre: le escandaliza el comportamiento paterno, no le puede comprender porque… y éste es un dato de los más importantes este hijo mayor no ha salido de casa, no ha pecado, ha cumplido todas las órdenes, está sirviendo en casa del padre y… no le conoce: se escandaliza del amor, del perdón y de la compasión de su padre. Movido como por un sentimiento de justicia, protesta porque cree que el amor del padre es exagerado. Es incapaz de comprender la inmensa alegría del padre y su perdón.
Concretando, veamos la postura que adopta:
a) Ante el padre, él se siente como el hijo fiel: “Jamás he dejado de cumplir una orden tuya”: es exactamente la postura del fariseo. Ante el padre se siente seguro e injustamente tratado.
b) Ante el hermano, adopta una postura de superioridad y desprecio. No quiere llamar hermano al menor: “ha venido este hijo tuyo”. Esta postura es totalmente la del fariseo: la de sentirse seguro ante Dios y despreciar a los que no son tan buenos.
Y de nuevo, la postura del padre: ama también al hijo mayor, ama a los dos. La respuesta al hijo mayor está llena de amor. Le llama hijo: “hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo”.
Le quiere hacer ver que él no goza de menos afecto: que él lo tiene todo y que de hecho comparten juntos la felicidad del hogar y le vuelve a insistir: “el hijo que ha llegado es hermano tuyo” pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse porque este hermano tuyo estaba muerto…”

La enseñanza de la parábola

A) El amor paternal de Dios al pecador: es la parábola que con más fuerza destaca el amor paternal de Dios para con los hombres, para con los pecadores: para con los que buscan el hogar, es decir, a Dios y al hombre. Tiene un amor ilimitado para todo el que un día descubre que en la vida no se puede vivir solo, aislado, independiente: para esos Dios es perdón, es acogida, es el Dios de los hijos perdidos, el de los últimos… Dios es alguien que se alegra por el retorno de los hijos perdidos.
B) La actuación injusta de los fariseos: La parábola termina con la reacción del hijo mayor… y siempre las parábolas suelen tener la enseñanza principal al final.
El hijo mayor, prototipo de la incomprensión, representa la postura farisea: hace valer sus derechos ante el padre, se siente cumplidor perfecto de la ley: …como a veces nos sentimos nosotros: cumplimos la ley, lo normal, no hay en nuestra vida grandes fallos, grandes equivocaciones o errores… nos sentimos seguros ante Dios.
Por otra parte desprecia y no quiere llamar hermano al que realmente lo es aunque sea pecador.
Por eso Jesús nos quiere descubrir una vez más el enorme contraste que existe entre la postura farisea del hijo mayor y la postura bondadosa del padre. Mientras que Dios, es de un amor inmenso, de un amor paternal infinito, los fariseos son de una mentalidad estrecha e incapaces de entender todo el amor de Dios a los pecadores.
La parábola es una crítica a esa postura nuestra en la que vamos -quizás sin darnos cuenta- criticando a los demás, considerándonos con más derechos que ellos al amor de Dios. Pensamos que otros no saben la verdad, que no van por el buen camino, sin darnos cuenta de que esta gente que nos parece perdida puede estar siendo comprendida, llamada por Dios con un amor que ni podemos sospechar. Y puede ocurrir que, a pesar de sentirnos en casa y pasar toda la vida cumpliendo las órdenes del padre… al final, podemos “quedarnos fuera de casa” y no comprender ni a Dios ni a los hombres.
C) Jesús justifica su actuación con los pecadores: Si Jesús acoge a los pecadores es porque quiere ser como el Padre: porque el Padre es la misma bondad, Jesús no hace más que actualizar, encarnar a ese Dios que ama a los pecadores. Dirá continuamente: los fariseos se deberían alegrar y participar en la fiesta pero no lo hacen. Y viene con una Buena Nueva a acoger a los pecadores y ellos no quieren participar en la fiesta …y este es el problema.
Esta es la gran enseñanza de Jesús: los hombres deberíamos participar en esa gran alegría que es el Evangelio y saber que Dios es para los pecadores, los malos, los pobres, los últimos.
Jesús se defiende de la crítica de los grupos fariseos y se atreve a meter en su mismo grupo a un publicano: Leví, el hijo de Alfeo. Comía con publicanos y pecadores y perdía la fama… pero no le importaba. Lo único que decía era ésto: “No necesitan los sanos de médico sino los enfermos” “no he venido a llamar a justos sino a pecadores”. En la vida es muy peligroso sentirse justo y… en el fondo, sí que nos sentimos más o menos santos que los demás.
De todas formas, la parábola termina dejando una puerta abierta al hijo mayor pero no sabemos qué pudo hacer…

La enseñanza de la parábola HOY

Esta parábola ha sido utilizada para hablar de la confesión, la reconciliación, el pecado, etc.. También puede hablarse de eso. Pero ANTES hay que decir:
A) La parábola se presta a presentar a Dios como amor paternal: es decir, que de la manera de presentar la parábola tiene que surgir la idea, la vivencia de un Dios capaz de hacer fiesta por un pecador arrepentido, capaz de acogerle como hijo y un Dios que ofrece su hogar a todo el que lo busca.
B) Si Dios es tan bueno, nadie puede sentirse tratado injustamente y nadie, nadie puede adoptar la postura de incomprensión del hijo mayor ni escandalizarse ante la actuación de Dios porque los demás no merecen o merecen menos que nosotros: nadie puede protestar.
Todos nos tenemos que sentir amados infinitamente por Dios y nadie puede adoptar una postura crítica justificable ante Dios.
Por otra parte, si Dios es Padre de todos, incluso de los que van contra El, de los pecadores, nosotros no podemos adoptar una postura de rechazo ante nadie.
Si Dios es alguien que ofrece hogar a todo hombre, nosotros, de ninguna manera, por ninguna razón, podemos adoptar una postura de rechazo ante nadie, sea cual fuere su postura, diga lo que diga y tenga la mentalidad que tenga.
C) La comunidad primitiva, la comunidad elegida (como el hermano mayor), es decir, la Iglesia lo comparte todo con el Padre: vivir en la Iglesia es tener la gracia de conocer el Evangelio y poder estar dentro del hogar, poder tener gestos sacramentales de amor con Dios. Los creyentes tenemos que sentirnos invitados a compartir la alegría de Dios que acoge a los pecadores que están fuera del hogar.
La parábola es una invitación a la alegría y al optimismo por tantos hombres que quizás no estén en casa pero no importa. Miles, millones de hombres que no están dentro de la Iglesia pero que no están olvidados de Dios sino comprendidos y acogidos, quizás únicamente por El.
La parábola es una advertencia para todos aquellos que no se sienten hijos pródigos.
Al final de la parábola, es el hijo mayor el que es el que de hecho se queda fuera de casa, el que se queda lejos del padre y del hermano y el que no entra a la fiesta. Por lo tanto, se puede vivir toda la vida junto al padre, cumpliendo estrictamente todas sus órdenes y sin embargo se puede no conocer al padre y no comprender al hermano. Entonces, el estar lejos o cerca de Dios no depende solamente de permanecer en casa o fuera de ella sino de comprender el amor de Dios. Está cerca del Padre el hermano que comprende el amor del Padre y sabe adoptar una postura de amor, de perdón, de comprensión con los demás hermanos. Desde el momento que no adoptamos esta postura ante alguien, ya estamos fuera de casa, lejos del padre.
La parábola se presta a toda una enseñanza sobre el pecado y también es una descripción de la conversión.

Descripción del pecado

A) Según la descripción de Jesús, el pecado del hijo pródigo consiste en una falta de fe: no cree en la felicidad que puede aportarle el hogar.
B) Este hijo se aleja del hogar del padre y del hermano.
C) La postura de este hombre es de autosuficiencia, independiente: querer independizarse de Dios, eso es pecar: bastarnos a nosotros mismos.
D) Su vida se concreta después en una vida inmoral y libertina.
E) El pecado le lleva a una situación de miseria, de esclavitud, de hambre. El que peca no es libre. En la medida en que en nuestra vida hay pecado, no puede haber libertad. Esta nos la pueden quitar desde fuera pero también nos la quitamos desde dentro: esclavitud, miseria…

Descripción de la conversión

A) Según la parábola, la conversión supone reflexión: hay que detenerse en la vida a pensar. Muy hábilmente somos capaces de pasar años sin enfrentarnos en serio a nosotros mismos. Es muy difícil entrar en uno mismo pero por ahí hay que empezar.
B) El hijo puede recordar la felicidad que tenía junto a su padre y esto es muy importante a medida que pasan los años: se nos olvida la felicidad que nos puede dar Dios. Llega un momento en que nos puede parecer que no nos quiere nadie, ni Dios: entonces se está en peligro de cualquier barbaridad.
C) Este hombre se decide a retornar junto al Padre.
D) Confiesa humildemente su pecado y pide perdón. No tiene ninguna justificación. Es que es muy peligroso ponerse a sacar argumentos y justificarnos ante Dios. Es mejor dejarlo.
E) Este hombre se levanta, pone en práctica su decisión y su conversión y tiene el abrazo reconciliador del padre. No es suficiente que levante: se requiere que el padre le salga al camino y le abrace.

La conversión termina en una aceptación del hijo, en una fiesta y en un banquete.

Fuente: http://www.musicaliturgica.com/0000009a2106d5d04.php
Ilustración: Manuel Pérez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario