SOL DE MARGARITA, 14 de marzo de 2013
Ensañamiento terapéutico
Hubo ensañamiento cuando presionaron por su participación en una campaña electoral que le impuso terribles sufrimientos. Hubo ensañamiento cuando en la traumática convalecencia le hacían firmar documentos, tomar la estresante decisión de devaluar, sostener reuniones de trabajo de cinco horas, posar para una foto con sonrisa patética.
Manuel Antonio Narváez
El título de este artículo identifica situaciones en las cuales se insiste en aplicar todos los medios posibles para retrasar la muerte de un paciente, a pesar de que no exista esperanza de curación, y sin considerar el sufrimiento que se le inflige al prolongar la agonía. Este comportamiento puede ocurrir porque los principios éticos del médico lo obliguen a actuar preservando la vida mientras sea posible, o porque intereses espurios (monetarios, por ejemplo) prevalecen sobre el respeto al derecho a una muerte digna.
Este tema viene al caso a propósito de las circunstancias de la última etapa vital del presidente Chávez. Evidentemente, el secreto que rodeó su trance final impide calificar la pertinencia de la atención médica que recibió; y aún si se levantara el velo del misterio, no estoy capacitado para emitir juicio.
Sin embargo, mi intención apunta a destacar ciertas similitudes que observo entre las conductas que califican como ensañamiento terapéutico y el empeño en prolongar la vida política del comandante Chávez más allá de los límites que marcaba su enfermedad e incluso, más allá de su muerte.
Hubo ensañamiento cuando presionaron por su participación en una campaña electoral que le impuso terribles sufrimientos. Hubo ensañamiento cuando en la traumática convalecencia le hacían firmar documentos, tomar la estresante decisión de devaluar, sostener reuniones de trabajo de cinco horas, posar para una foto con sonrisa patética.
Hubo ensañamiento cuando se le embalsama, cuando se anuncia una suerte de fast track que permita la instalación en el Panteón de la urna de cristal en la que se exhibirá su cadáver momificado.
Entiendo que todas estas exigencias extremas son necesarias para la instauración de una religión que reportará muy buenos beneficios políticos al cenáculo de supremos sacerdotes; pero el ensañamiento para con el Comandante y el manoseo de los sentimientos de sus muchos seguidores debe tener un límite. Déjenle descansar en paz.
Fotografía: LB, hacia la esquina de Las Monjas (Caracas, 21/02/13).
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