EL NACIONAL - Lunes 03 de Junio de 2013 Opinión/10
Libros: Ingeborg Bachmann
NELSON RIVERA
En la superficie del texto, la historia de Elizabeth Matrei, cosmopolita y fotógrafa que cumple con la rutina que se ha impuesto a sí misma de volver al pueblo de su infancia, donde su padre, viudo e incómodo con los tiempos que corren, la espera cada año.
Como si la vida hubiese perdido su capacidad para causar sobresalto, las cosas simplemente transcurren. Matrei conversa con su padre, sale de paseo al lago de las cercanías, enfila por los viejos caminos, se encuentra con algún viejo conocido en la tienda del pueblo. Se entrega a sus recuerdos. No más que eso.
Desde la primera escena, la llegada del tren al andén donde el padre la espera impaciente, Bachmann ejecuta con finos modales el secreto de su arte narrativo: el de señalar las brechas, las hendiduras casi invisibles, los asuntos no resueltos que arrastra la vida de la protagonista. Como si pulsara un gotero que contiene una sustancia que debe suministrarse en mínimas dosis, como si narrar fuese recapitular en puntillas, así aparecen las imperfecciones, los desajustes casi invisibles que son el sello de vivir.
El toparse con esa realidad de lo que es fácil de pensar pero muy difícil de pronunciar; la sombra de banalidad que parece posarse a cada instante sobre las rutinas de la existencia; los distintos modos de pensar cuyo encuentro produce zonas de silencio (silencio inevitable y honesto), donde los intercambios o las confesiones dejan de ser posibles (hacia el final del relato Bachmann escribe esta frase: "Las cosas de verdad no pasan nunca o pasan demasiado tarde").
Hay en Bachmann una tonalidad, un eje axial inscrito en buena parte de su obra. Está en sus poemas (Qué difícil es perdonar,/ un trabajo tan lento y tan arduo,/ que me ocupa a mí sola,/ desde hace tantos años"); en su correspondencia con Celan ("Pienso y pienso, pero siempre en esta lengua en la que ya no tengo confianza, en la que ya no quiero expresarme"); y en sus ensayos recién traducidos a nuestra lengua, en la impecable recopilación titulada Literatura como utopía. Selección de escritos críticos. Un tono, la asunción del mundo como irremediable padecimiento.
A esa hora en que el mundo deja sus armas a un lado y un silencio que parece bajar del cielo se instala entre nosotros; en el minuto en que nuestros cuerpos parecen olvidarse de las exigencias que los acechan y se rinden a camas y sillones; justo cuando un momentáneo estado de paz nos conquista, de modo que los sonidos de lo que parece insignificante adquiere una inesperada vitalidad, un sentido que permanecía oculto, justo ahí, justo así, ha llegado el momento de abrir las páginas de Tres senderos hacia el lago (Editorial Siruela, España, 2011), narración de la escritora austríaca Ingeborg Bachmann (1926-1973).
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