Lc 9, 18-24
Luis Alemán Mur
Orando solo en presencia de sus discípulos
Les preguntó ¿quién dice la gente que soy yo?
Ellos contestaron: Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros…
Y vosotros ¿quién decís que soy yo?
El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, y se venga conmigo
Les preguntó ¿quién dice la gente que soy yo? Habría que aclarar qué es lo que quiere saber Jesús: 1. Pregunta teológica: ¿quién es como persona? O 2. Pregunta sociológica: ¿cuál es el papel que la gente espera que él desempeñe? Pero la pregunta en su doble sentido: quién es esta persona extraña; y qué papel desempeña, es el núcleo de los Evangelios. Dos mil años de cristianismo, cuatro o cinco concilios dedicados a investigar la persona de Jesús y fijar una repuesta oficial de catecismo. Respuesta un tanto vaporosa: contundente en su formulación en términos demasiado filosóficos. Hasta el punto de que podría presentarse hoy de nuevo Jesús y volver a preguntar ¿quién dice la gente que soy yo? A la Iglesia Institución le gustó siempre más la teología que la sociología. “Jesús es el Verbo encarnado, Dios hecho hombre”. Sin embargo, Jesús el de Nazaret, el que hizo la pregunta pensaba más en la liberación de un pueblo esclavizado por la religión y pisoteado por una sociedad injusta. Su misión nunca fue recuperar la grandeza de Israel sino levantar al hombre y a la mujer hundidos.
Jesús hizo esta pregunta después de hacer oración. Eso no nos da derecho a pensar que Jesús supiera nada del “Verbum caro factum est
“Ellos contestaron: Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros…”. En definitiva todos se equivocaron con Jesús. Y es que ninguno sospechaba que el antiguo testamento, la Torá, se había acabado. El problema no es ya La Ley ni su vieja teología. El problema es el Hombre. Cuando entra Jesús en la historia de la humanidad, el protagonista comienza a ser el Hombre. Hasta el punto de que sólo se podrá ir a Dios si es a través del hombre.
“Y vosotros ¿quién decís que soy yo?” En este momento de la lectura evangélica, o de la homilía, debería hacerse un silencio para que cada cristiano responda. Es una pregunta dirigida a cada creyente. A partir de la respuesta de cada uno se podrá entender qué cristianismo hacemos entre todos. Es una pregunta a la que deben responder los señores obispos. Parece que el papa Francisco está respondiendo día a día, gesto a gesto. Como tendrá que hacer todo seguidor de Jesús día a día, gesto a gesto: proclamar quién es Jesús en quien creemos y a quien proclamamos
“El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, y se venga conmigo”. Que se niegue a sí mismo. No son tus ideas, ni tu sabiduría, ni tu inteligencia sino que te parezcas a Jesús.
¿Quién es para nosotros?
José Antonio Pagola
La escena es conocida. Sucedió en las cercanías de Cesarea de Filipo. Los discípulos llevan ya un tiempo acompañando a Jesús. ¿Por qué le siguen? Jesús quiere saber qué idea se hacen de él: “Vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Esta es también la pregunta que nos hemos de hacer los cristianos de hoy. ¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Qué idea nos hacemos de él? ¿Le seguimos?
¿Quién es para nosotros ese Profeta de Galilea, que no ha dejado tras de sí escritos sino testigos? No basta que lo llamemos “Mesías de Dios”. Hemos de seguir dando pasos por el camino abierto por él, encender también hoy el fuego que quería prender en el mundo. ¿Cómo podemos hablar tanto de él sin sentir su sed de justicia, su deseo de solidaridad, su voluntad de paz?
¿Hemos aprendido de Jesús a llamar a Dios “Padre”, confiando en su amor incondicional y su misericordia infinita? No basta recitar el “Padrenuestro”. Hemos de sepultar para siempre fantasmas y miedos sagrados que se despiertan a veces en nosotros alejándonos de él. Y hemos de liberarnos de tantos ídolos y dioses falsos que nos hacen vivir como esclavos.
¿Adoramos en Jesús el Misterio del Dios vivo, encarnado en medio de nosotros? No basta confesar su condición divina con fórmulas abstractas, alejadas de la vida e incapaces de tocar el corazón de los hombres y mujeres de hoy. Hemos de descubrir en sus gestos y palabras al Dios Amigo de la vida y del ser humano. ¿No es la mejor noticia que podemos comunicar hoy a quienes buscan caminos para encontrarse con él?
¿Creemos en el amor predicado por Jesús? No basta repetir una y otra vez su mandato. Hemos de mantener siempre viva su inquietud por caminar hacia un mundo más fraterno, promoviendo un amor solidario y creativo hacia los más necesitados. ¿Qué sucedería si un día la energía del amor moviera el corazón de las religiones y las iniciativas de los pueblos?
¿Hemos escuchado el mandato de Jesús de salir al mundo a curar? No basta predicar sus milagros. También hoy hemos de curar la vida como lo hacía él, aliviando el sufrimiento, devolviendo la dignidad a los perdidos, sanando heridas, acogiendo a los pecadores, tocando a los excluidos. ¿Dónde están sus gestos y palabras de aliento a los derrotados?
Si Jesús tenía palabras de fuego para condenar la injusticia de los poderosos de su tiempo y la mentira de la religión del Templo, ¿por qué no nos sublevamos sus seguidores ante la destrucción diaria de tantos miles de seres humanos abatidos por el hambre, la desnutrición y nuestro olvido?
http://www.luisaleman.es/evangelio.htm
Ilustración: Reina Astrid Ramírez, "Tiempo y espacio de Macuro" (2013). Centro Cultural "Tulio Febres Cordero", Mérida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario