EL NACIONAL - Domingo 09 de Junio de 2013 Opinión/9
Espejos
RAÚL FUENTES
Jorge Luis Borges, valiéndose de una enciclopedia de su invención (The Anglo-American Cyclopaedia), pone en boca de un heresiarca tan imaginario como la misma Ukbar una sentencia según la cual "los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres". Podríamos agregar otras razones para abominar de ellos: su terquedad en llevarnos siempre la contraria, invirtiendo las imágenes espejeadas, y su capacidad para deformarlas de acuerdo a las sinuosidades de su superficie.
En todo caso los espejos fueron objeto de atención, directa o indirecta, de varios columnistas que el pasado fin de semana, en prensa de circulación nacional, los utilizaron como metáfora para aproximarse al ya reiterativo tema de la polarización y la consecuente necesidad de un diálogo.
La verdad es que ni siquiera el fabuloso espejo de Oesed (J. K. Rowling, Harry Potter y la piedra filosofal) que no refleja la imagen de quien en él se admira o se asombra, sino sus deseos, podría ofrecernos un atisbo de reconciliación entre otras cosas porque el diálogo está negado desde la instancia, en principio, llamada a impulsarlo: el gobierno; esta reticencia se debe, en buena parte, a que Capriles y la MUD han logrado, con inteligencia y perseverancia, imponer su agenda en el ámbito interno y hacerse escuchar y respetar en los escenarios internacionales. Puede decirse que, sin duda alguna, Capriles los tiene de cabeza...
¡los tiene locos! Mientras la oposición exhibe en el espejo público una imagen fresca, el oficialismo finge ignorar cómo un delincuente de poca monta, pero que fue brazo mediático del prócer de Sabaneta, se revuelca en su porqueriza para desnudar la verdadera naturaleza y revelar las tenebrosas motivaciones de quienes dicen gobernar. Entonces, para tratar de tapar el sol con un dedo, Maduro comienza a buscar lo que no se le ha perdido y como patriotero militante ("el patriotismo es el último refugio de los canallas" es célebre frase del Dr. Johnson) apunta sus baterías contra las instituciones colombianas, pretendiendo imponerle un atrabiliario código de conducta al presidente Santos, a sus ministros y al congreso de la hermana República, mediante un show en cadena nacional.
Maduro prueba con el chantaje, y amenaza al gobierno colombiano con retirarse de las conversaciones que tienen lugar en la capital cubana. En el colmo del delirio anticipa un "plan guerrerista" de la OTAN contra América del Sur. Aferrado al epíteto fascista, al cual ha desemantizado a fuer de repetirlo, sostiene - sin prueba alguna - que el líder de la oposición busca asesinos y mercenarios en Colombia para atentar contra su vida, desgastando también la tesis del magnicidio (¡ahí viene el lobo!). Puro buche y pluma: con el rabo entre las piernas ordena a Jaua "recomponer las relaciones" El imprudente canciller suma epítetos a los proferidos por el impugnado mandatario y, en el ínterin, Cabello se despepita contra Ismael García por haber difundido el escandaloso informe del espía de Los Ruices.
Lánguido eco de corazón de mi patria, el matón del capitolio elude los señalamientos de Mario Silva y se resigna a repetir la manida frase "águila no casa moscas" con la que el fallecido rehén de la Ciudad de las Columnas le sacaba el cuerpo al debate; pero, aprendimos de Monterroso, hay moscas que sueñan con ser águilas; moscas incapaces de levantar vuelo porque sus patas están para siempre hundidas en materia fecal. De modo que los aspavientos de "el furriel de El Furrial" no hacen sino aumentar las aprensiones que de él tienen hasta sus correligionarios.
Él, Jaua y Ramírez parecieran pasar horas ante el mágico espejo de la hechicera madrastra de Blanca Nieves, preguntándole por qué Nicolás está dónde está y ellos no. Una voz grave y cavernosa seguramente les responde: porque él sabe interpretar los exigentes trinos de los pájaros bravos de la Villa de San Cristóbal de La Habana.
Sin embargo, si se escruta el espejo de la nación, se constata que, en el fondo, no hay gobierno. La inflación y la devaluación duplican las estimaciones de los organismos económicos y financieros, la delincuencia se desborda, se paraliza la misión vivienda y continúan, implacables y pertinaces la escasez y el desabastecimiento, condenado a los consumidores a un errabundo peregrinar por los mercados, abastos, bodegas y ferias de buhoneros en procura de lo que no puede haber porque no se produce y no hay plata para importar.
Si pudiese contemplarse, aunque fuese por un instante, en el espejo de Galadriel (El señor de los Anillos, J. R. Tolkien), el cual "muestra cosas que fueron y cosas que son y cosas que quizá serán", la banda roja de los cuatro podría dejar de tocar de oído y afanarse en la búsqueda de respuestas para superar la crisis que hace de Venezuela un espejo roto en el que nadie quiere mirarse, porque - como expresa Camilo Restrepo en uno de sus aforismos dominicales "De los espejos deberíamos aprender la sinceridad".
Fotografías: Uly Marín.
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