Del regreso a las plazas públicas
Luis Barragán
Ocurriendo en otras ciudades del país, desde hace como un año, las plazas públicas de la capital cuentan con una mayor concurrencia, e, incluso, hemos visto - con alguna nostalgia - a los niños que recién comienzan el bachillerato, disfrutar desprevenidamente de la pelotica de goma rebotando de un pedestal. Creemos que el regreso, aunque lento, se debe a la aparición y atracción de sendos aparatos para el ejercicio físico, como de pequeños parques semejantes a los que eran de exclusiva y complementaria oferta de las casas expedidoras de comida rápida.
Desde muy temprano, los más adultos escalan o hacen abdominales en los artefactos de material duradero, parecidos a los ofrecidos en las secciones de compra de la televisión y en los gimnasios. Gratuitamente, los emplean después de trotar, convirtiéndose después en lugares propicios para los liceístas que buscar charlar y divertirse, sin dinero para consumir.
E, igualmente, los jóvenes tienden a anidar en las herramientas de ejercitación y quizá cuenten con un espontáneo entrenador que, gratuitamente o por una suma muy módica, los oriente en el esfuerzo y también el arte de lucir mejor, según las convenciones. Habrá aquellos que, amparados por el grupo, se atreverán a llevar las más costosas y pesadas mancuernas, o exhibirán las que – antes – se hacían con latas rellenas de cemento, pero lo cierto es que, esos aparatos o herramientas hechas de material sólido, a la espera de otras, ni tan distintas al diseño de las de marca reconocida y recomendada por el estridente vendedor de televisión, constituye una siembra plausible del Estado que las siembra y que no tiene por qué cerrar o sabotear los gimnasios privados con los que ha – digamos - de competir.
Fenómeno parecido dibuja la otra siembra, la de los parques infantiles. Ya no tienen los padres que gastar innecesariamente un dinero para disfrutarlos, pues, acontecía, más de las veces la adquisición de un “combo” era pretexto para que el niño disfrutara de los aparatos. Y, siendo su especialidad, el expendio de comida rápida o chatarra, debe idear otras fórmulas complementarias para competir y atraer una mayor clientela.
Debemos aplaudir al funcionario o proveedor que se le ocurrió la espléndida idea de la siembra de estos aparatos, acaso de mayor empuje revolucionario que las expropiaciones forzadas y jamás pagadas, o el control obstinado de precios a la caza de un especulador espectral. Sin embargo, modestamente, nos permitimos recomendar dos cosas muy sencillas: el lavado diario y convincente, sobre todo de los aparatos destinados a los más niños, barredores y recolectores de enfermedades; y un no menos convincente resguardo de la seguridad personal, pues, consabido, el estudiantado se alejó de las plazas públicas, años atrás, porque ni de día podía instalarse con sus sillas de extensión en lo que fue el lugar por excelencia para estudiar.
Fuente: http://opinionynoticias.com/opinionpolitica/14174--del-regreso-a-las-plazas-publicas
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