sábado, 16 de febrero de 2013

CUADERNO DE BITÁCORA (2)

Semanas atrás, nos bajamos por un instante en Las Mercedes a curiosear. Había, desde el puente, un buen número de personas observando los trabajos que realizaban en el río El Guaire.

Un movimiento de tierra que facilitaba otros trabajos realizados más hacia el este. Las máquinas implacables remueven la tierra, compactando el rachuelo cloacal que constituye una verguenza para la ciudad acostumbrada a tamaño símbolo de sus indiferencias, incluyendo, claro está, la ruinosa obra de Carlos Cruz Diez que, en el pasado, procuró darle alguna dignidad.

 Contentarán esos trabajos que, indispensables, no admiten una postergación, aunque - ignorándola - la obra del artista sea un dato secundario o cuaternario a la hora de ponderar la calidad de vida de los que, en propiedad, la habitan en constante y tupido tránsito. Caracas es eso, movimiento de masas que trenzan los puntos cardinales, entre los resplandores de la agitación.

Casualmente, en el grupo Caracas en Retrospectiva / Facebook, el señor Daniel De Martinis aportó una pieza del archivo de Ricardo Guinand, seguramente vista varias veces en esa meritoria comunidad digital.

 A la distancia, el otro puente, el que precedió al construido en 1945, cuya identificación y estructura milagrosamente ha sobrevivido a los ingenieros de las finanzas públicas: los que movieron a los contratistas a explotar las oportunidades que ofrecía la metrópoli, cuando éstos no movían a los funcionarios públicos para las modalidades de negocios de un rentismo remendón. Meramente remendón que urbanizó aspiraciones e intereses con independencia de lo que urbanísticamente era aconsejable.

LB

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