Una biblioteca está en constante
mudanza. Lenta, pero mudanza al fin y al cabo. Si alguna sospecha es válida, es
la de las bibliotecas inamovibles, paralíticas. La de casa exige disciplina
para reordenarla con frecuencia. Casi Un problema psicológico.
La biblioteca de casa tiene el
orden de su usuario. Únicamente el exceso de ejemplares, admite la intervención
de un bibliotecólogo. Y, siendo así, casi que deja de ser, de casa. Porque la casa
se convierte en oficina.
Admitimos que la biblioteca de
casa puede ser de oficina, pero en forma equilibrada. Un rincón para el placer
y para el trabajo eventual. Puede ser enteramente de casa, mas no completamente
de oficina.
Imaginamos una biblioteca
doméstica impecable, de perfección geométrica, pero dos cosas la traicionan:
las nuevas adquisiciones que se acumulan, a la espera de nuestra decisión de
preservarlas; o las viejas, que no decidimos aún purgar. Habría una tercera, la recurrente o normal
cuando decidimos tomar su periferia: leemos y tomamos notas de los libros de
una materia y de otra, pero – febriles o perezosos – se mezclan en los
rincones.
Al lado de los títulos
cuidadosamente ordenados y vistosos, están esas mezclas dizque provisionales.
Sin darnos cuenta, la biblioteca de casa
es realmente la de su extensión misma, a través de cualquier mesa o estante complementario,
y no el mueble que decidimos un buen día llamar biblioteca.
Hay orgullo por la edición
príncipe en casa, pero también nos entristece la biblioteca que envejece por la
mala calidad de sus materiales. Por lo general, priva el papel efímero, la
baratura del papel, porque una gran casa editora en un lado del mundo, autoriza
la edición en el otro lado y, bajando costos, las franquicias o sucursales
imprimen y comercializan. Ya no se sabe cuál es la edición príncipe con estos
masivos y simultáneos lanzamientos mundiales en boga.
Lamentamos las páginas
amarillentas, por más que prodiguemos toda suerte de medidas de preservación. Y,
si gusta mucho el autor, esperamos refrescar el propio ambiente de la
biblioteca casera con la compra de otras más recientes ediciones, así dudemos
de la calidad de los ejemplares.
Hacemos y deshacemos la
biblioteca casera. Hasta que llegan los días de una definitiva reducción.
Engañosa, por cierto, ya que repetiremos el ciclo sin darnos cuenta….
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