miércoles, 13 de febrero de 2013

CUADERNO DE BITÁCORA

Una biblioteca está hecha para … deshacerse. Nos referimos a la doméstica, pues, por razones profesionales, la de la oficina es eminentemente utilitaria.

Una biblioteca está en constante mudanza. Lenta, pero mudanza al fin y al cabo. Si alguna sospecha es válida, es la de las bibliotecas inamovibles, paralíticas. La de casa exige disciplina para reordenarla con frecuencia. Casi Un problema psicológico.

La biblioteca de casa tiene el orden de su usuario. Únicamente el exceso de ejemplares, admite la intervención de un bibliotecólogo. Y, siendo así,  casi que deja de ser, de casa. Porque la casa se convierte en oficina.

Admitimos que la biblioteca de casa puede ser de oficina, pero en forma equilibrada. Un rincón para el placer y para el trabajo eventual. Puede ser enteramente de casa, mas no completamente de oficina.

Imaginamos una biblioteca doméstica impecable, de perfección geométrica, pero dos cosas la traicionan: las nuevas adquisiciones que se acumulan, a la espera de nuestra decisión de preservarlas; o las viejas, que no decidimos aún purgar.  Habría una tercera, la recurrente o normal cuando decidimos tomar su periferia: leemos y tomamos notas de los libros de una materia y de otra, pero – febriles o perezosos – se mezclan en los rincones.

Al lado de los títulos cuidadosamente ordenados y vistosos, están esas mezclas dizque provisionales. Sin darnos cuenta,  la biblioteca de casa es realmente la de su extensión misma, a través de cualquier mesa o estante complementario, y no el mueble que decidimos un buen día llamar biblioteca.

Hay orgullo por la edición príncipe en casa, pero también nos entristece la biblioteca que envejece por la mala calidad de sus materiales. Por lo general, priva el papel efímero, la baratura del papel, porque una gran casa editora en un lado del mundo, autoriza la edición en el otro lado y, bajando costos, las franquicias o sucursales imprimen y comercializan. Ya no se sabe cuál es la edición príncipe con estos masivos y simultáneos lanzamientos mundiales en boga.

Lamentamos las páginas amarillentas, por más que prodiguemos toda suerte de medidas de preservación. Y, si gusta mucho el autor, esperamos refrescar el propio ambiente de la biblioteca casera con la compra de otras más recientes ediciones, así dudemos de la calidad de los ejemplares.

Hacemos y deshacemos la biblioteca casera. Hasta que llegan los días de una definitiva reducción. Engañosa, por cierto, ya que repetiremos el ciclo sin darnos cuenta….

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