Érase el conflicto generacional
Guido Sosola
Irrumpiendo exitosamente la de 1928, con un largo dominio en Venezuela, el análisis generacional de la política se impuso. Llegó al paroxismo, soslayando los otros elementos del quehacer político, pues érase de una accesible simplicidad mirar todo como un conflicto de edades, un ejercicio nada exigente para la fuente política.
La crisis inevitable del rentismo petrolero se expresó virulentamente como una confrontación entre los viejos retardatarios y los jóvenes desesperados por el relevo, entre las décadas de los ’80 y ’90. A falta de banderas más convincentes, a pesar del aporte sustancial de los grupos de presión que se reunían frecuentemente en El Caribe, como el de Santa Lucía, corrió con mejor suerte aquello que Marcel Ganier sintetizó como una confrontación entre los devotos del Estado omnipotente y sus adversarios, generalmente, prestigiados por una estampa juvenil.
Los intérpretes del momento, por mucho Andrés Velásquez, Claudio Fermín u Oswaldo Alvarez Paz que se exhibieran, todavía sin llegar a los cincuenta de edad, privilegiaron a los más muchachones. Lamentablemente, creyeron un retroceso esa transición protagonizada por Ramón J. Velásquez y Rafael Caldera, ambos de una experiencia todavía no suficientemente valorada para que siguiésemos el rumbo republicano ya en franco peligro.
El siglo XXI nos sorprende con un cambio radical de elencos en el poder de desconocida trayectoria, excepto el golpismo y el tira-piedrismo de los tempos de universidad. En la oposición prosperaron las caras nuevas, los iluminados del momento que, después de tanto despotricar, ocultan que se acercan a los cincuenta de ancianidad.
Mientras que rechazaban todo rostro ajado, conflictuándose con los referentes encanecidos y arrugados que no cupieron en el formato televisivo, los novísimos elencos que evidentemente han envejecido en el poder, pagando el resto de los venezolanos las consecuencias, desarrollaron su proyecto castrista a cabalidad. Salvo muy honrosas excepciones, todavía en la oposición seguimos despreciando a los supuestos viejos de una experiencia que, en última instancia, hará falta para superar el actual orden de cosas, como fue necesaria en el Chile de Patricio Aylwin.
Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinionnacional/23269-erase-el-conflicto-generacional
Reproducciones: El Diario de Caracas (fotógrafo: Carlos Hernández) y El Nacional, 1992.
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