sábado, 8 de agosto de 2015

EL ESGRIMISTA ... DE LOS LINCHAMIENTOS

EL NACIONAL, Caracas, 5 de abril de 1998
Historia de una historia sin término
Jesús Sanoja Hernández

De la pentarquía ideológica del gomecismo, rica en ensayos sociológicos, artículos polémicos e interpretaciones positivistas, solo Arcaya y Andara, ambos corianos, carecieron de formación intelectual, más o menos temprana, en Europa o Estados Unidos. Los otros tres tuvieron mejor suerte: Zumeta en su mirador norteamericano, que le permitió examinar la democracia de Estados Unidos desde adentro y también hacia afuera, con la expansión imperialista; Vallenilla en Holanda, y nuestro Gil Fortoul en largo y aprovechado deambular, como cónsul o encargado de negocios, por Burdeos, Hamburgo, Liverpool, París y Berna, durante aquella primera etapa comprendida entre 1886 y 1896. Recorrió así, a partir de los 24 años, puntos de excelencia en la geografía cultural del viejo continente.
Hace justamente una centuria, el presidente Andrade, como acto celebratorio del siglo que se avecinaba, solicitó de Gil Fortoul una Historia de Venezuela, seguro como estaba de que era el más apropiado para escribirla, en razón de sus antecedentes positivistas, sus modernos conceptos historiográficos y sus conocimientos puestos al día en los centros europeos. Castro, que derrocó a Andrade un poco más tarde, reenganchó a José Gil Fortoul en el servicio consular y diplomático, y a finales de 1906, éste, que contaba ya en su haber con Filosofía constitucional y El hombre y la historia, dio por concluido el primer tomo de la Historia constitucional de Venezuela. Según anotó Helena Plaza en su libro Los nuevos caminos de la razón, los comentarios favorables se iniciaron en El Cojo Ilustrado el 1° de febrero de 1907 y continuaron con los de Miguel de Unamuno y Lisandro Alvarado, larense como él y amigo entrañable, y quien dividió esa Historia… en tres partes, una referida a las “labores diplomáticas”; otra, a la “evolución constitucional”; y la tercera, a los “fenómenos psicosociales”.


Poco antes de Gómez expulsar del poder a su compadre Castro, éste había destituido a Gil Fortoul como representante en la II Conferencia de Paz de La Haya, y si bien los tiempos serían más felices al lado de Gómez, esta vez, hasta 1916, transcurrieron en Caracas, o como senador en 1910-11 y 1914-16, o como Presidente del Consejo de Gobierno ­¡y de Venezuela! en 1913, en vista de que el Jefe Supremo había salido a repeler “la invasión castrista”. Gil Fortoul, aclimatado, cantaba loas a Gómez en los periódicos, justificaba al caudillo, proponía la tregua de los partidos y, si acaso, en sus intervenciones parlamentarias, introducía innovaciones no aceptadas en torno a los derechos de la mujer, la educación y los contratos laborales.
En 1909 dio a conocer la segunda parte de la Historia y de pronto y a lo largo de los 34 años que lo separaron de su muerte, aquélla, como hecho editorial y como proceso, se detuvo en 1863, año decisivo para el federalismo. Los lectores se quedaron esperando que don José descubriera los secretos de los gobiernos de ciclo federal y los del castrismo y los del gomecismo, pero nada sucedió. La Historia, con mayúscula, había enmudecido, y hasta la orgía bibliográfica de Gil parecía convertirse en recopilaciones sin mayor unidad. Entre este Gil Fortoul posterior a 1909 y aquel del decenio 1887-1896 había una distancia creadora que asustaba. Gil Fortoul, en este primer lapso, escribe hasta novelas, tres en total, y en una de ellas, Pasiones, retrataba a la juventud caraqueña, ávida de conocimientos y reformas, como más tarde la dibujarían Díaz Rodríguez (Ídolos rotos), Gallegos (Reinaldo Solar) y Otero Silva (Fiebre).

¿Por qué congeló Gil Fortoul la historia en los finales de la Guerra Federal? Hay quienes alegan que a lo largo del gomecismo sus inquietudes de buceador en el pasado entraban en conflicto con su legitimación del régimen y hasta de sus vínculos con los anteriores, incluido el del entonces execrado Cipriano Castro.
Podría ser. Lo cierto, para los estudiosos actuales, es que aquella Historia inacabada dividió en dos las maneras de juzgarla y, también, de escribirla. La polémica vino por otros lados.
 

Fotografías: La primera, recientemente aportada por Carlos Coello a Caracas en Retrospectiva. Las otras, a La afición histórica, por Carlos Lachica con el siguiente comentario:  "...A  los pocos días de la muerte de Juan Vicente Gomez se salvo de "chiripa" de que lo lincharan...aqui en esta imagen lo vemos herido". Y añade: ".. La leyenda al respaldo de la imagen dice..." Autoridad del viejo regimen golpeado en Caracas"..el Doctor José Gil Fortoul autoridad oficial bajo el regimen del fallecido presidente-dictador Juan Vicente Gomez, sangrando por un golpe recibido durante los fieros disturbios habidos en Caracas, Venezuela, es acompañado por un amigo camino al hospital. Fue golpeado por una silla en manos de un manifestante durante los feroces motines mostrados en rechazo contra el regimen de Gomez. 21/03/1936".
Cfr. http://www.el-nacional.com/papel_literario/Apasionado-Gil-Fortoul_0_561543970.html y, sobre el esgrimista, http://www.el-nacional.com/opinion/Jose-Gil-Fortoul-espada-lengua_0_620938005.html.

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