jueves, 6 de agosto de 2015

(ANTI) DOGMATISMO

EL NACIONAL, Caracas, 6 de agosto de 2015
Un Marx ignorado
Eduardo Vásquez 

Ya lo hemos dicho: en nuestro país se pueden dictar cursos sobre Hegel y Marx sin nunca haber leído las obras de esos pensadores. Internet permite hablar y comentar la filosofía de ambos, promulgando textos que habría que preguntarse quiénes lo hicieron.
El pensamiento de Marx no se reduce al Manifiesto Comunista. El capital es una verdadera enciclopedia en lo que respecta al desarrollo del capitalismo. Los textos que dedica a la gran industria y a la etapa previa para llegar a esta demuestran su extraordinaria erudición y sus dotes de expositor. Y no se trata solo de El capital. Nos dejó también los llamados Grundrisse, traducidos como Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Siglo XXI, 1971).
Generalmente, lo que se conoce de Marx es la lucha de clases; la apropiación por parte de los capitalistas del tiempo de trabajo de los asalariados. Esta revolución de los explotados es lo que pondría fin al régimen capitalista. Ello no ocurrió. La clase obrera se integró a la sociedad capitalista. Hay muchos factores que lo explican. La educación gratuita, el voto universal, el sindicalismo. Sin embargo, en los Elementos fundamentales encontramos otra tesis sobre ese derrumbe.
En la edición que hemos citado, en el segundo tomo, página 227, encontramos la extraordinaria tesis de Marx: “En la medida, sin embargo, en que la gran industria se desarrolla, la creación de la riqueza efectiva se vuelve menos dependiente del tiempo de trabajo y del cuanto de trabajo empleado, que del poder de los agentes puestos en movimiento durante el tiempo de trabajo, poder que a su vez –su poderosa eficacia– no guarda relación alguna con el tiempo de trabajo inmediato que cuesta su producción, sino que depende más bien del estado general de la ciencia y del progreso de la tecnología o de la aplicación de esta ciencia a la producción… La riqueza efectiva se manifiesta más bien –y esto lo revela la gran industria– en la enorme desproporción entre el tiempo de trabajo empleado y su producto, así como en la desproporción cualitativa entre el trabajo, reducido a una pura abstracción, y el poderío del proceso de producción vigilado por aquel. El trabajo ya no parece tanto como recluido en el proceso de producción, sino que más bien el hombre se comporta como supervisor y regulador con respecto al proceso de producción mismo… En esta transformación lo que aparece como el pilar fundamental de la producción y de la riqueza no es ni el trabajo inmediato ejecutado por el hombre ni el tiempo que este trabaja, sino la apropiación de su propia fuerza productiva general, su comprensión de la naturaleza y su dominio de esta, gracias a su existencia como cuerpo social, en una palabra el desarrollo del individuo social. La apropiación (F. C. E. escribe robo) del tiempo de trabajo ajeno, sobre el cual se fundamenta la riqueza actual, aparece como una base miserable comparada con este fundamento, recién desarrollado, creado por la gran industria misma. Tan pronto como el trabajo en su forma inmediata ha cesado de ser la gran fuente de la riqueza, el tiempo de trabajo deja y tiene que dejar de ser su medida, y por tanto el valor de cambio deja de ser la medida del valor de uso. El plustrabajo de la masa ha dejado de ser condición para el desarrollo de la riqueza, así como el no-trabajo de unos pocos ha cesado de serlo para el desarrollo de los poderes generales del intelecto humano; con ello se desploma la producción fundada en el valor de cambio y al proceso de producción material inmediato se le quita la forma de necesidad apremiante y el antagonismo” (ob. cit., Pág. 229).
Marx es un filósofo de la economía y así como Hegel introdujo la historia en la filosofía, Marx introdujo la economía en la filosofía. Marx puede ser calificado de gigante del pensamiento. Tratar de descalificarlo aduciendo sus problemas, como el que se escondía de sus acreedores o de haber tenido relaciones sexuales con una empleada, es propio de lo que Goethe llamó las ayudas de cámara para los cuales no hay grandes hombres. Ven a estos en sus miserias y desventuras cotidianas comunes a todos. No es que no haya grandes hombres, sino que él es ayuda de cámara. El genio de Marx se manifestó en todo su esplendor en lo siguiente: “El capital mismo es la contradicción en proceso, por el hecho que tiende a reducir a un mínimo el tiempo de trabajo, mientras que por otra parte pone al tiempo de trabajo como única medida y fuente de la riqueza… Por un lado despierta a la vida todos los poderes de la ciencia y de la naturaleza, así como de la cooperación y del intercambio social para hacer que la creación de la riqueza sea relativamente independiente del tiempo de trabajo empleado en ella. Marx, como todo pensador extraordinario era capaz de analizar hechos y teoría desde muchos puntos de vista distintos. Esto lo aleja del dogmatismo, propio de los que carecen de una fuerte base cultural.

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