jueves, 1 de enero de 2015

DIARIO DE DEBATE



Salvando las distancias, décadas atrás Arturo Uslar Pietri recogió algunos de sus discursos parlamentarios bajo un título sencillo y sugestivo: “La palabra compartida”. Claro está, ahora el parlamento y los parlamentarios son distintos y esa palabra pugna hoy por reivindicarse como tal, frente al oficialismo que desconoce una instancia hecha para el intercambio y la pluralidad. Antes, el tiempo disponible para cada intervención no tenía límites; ahora, apenas tres o cinco minutos, si es que la conceden. Empero, ¿para qué abundar sobre lo consabido? Menos noticias hay, por ejemplo, sobre el Departamento de Transcripciones de una tradición, larga tradición que se pierde.  Hay un menor número de personal, sin que las personas jubiladas las hayan reemplazado. Deducimos, que una maratónica sesión a la semana como regla, donde cabe el peor castellano, extendida – además  - por los gruesos comentarios de una dirección de debates proclive al ventajismo, al desequilibrio, al irrespeto y la informalidad, algo  diferente es a las remotas sesiones del Congreso de la República, ordenadas, regladas, con un menor número de voceros según lo acordasen las fracciones parlamentarias que seguramente se esmeraban en preparar sus discursos conocido a tiempo el Orden del Día.

Además, existe una  triple particularidad: las transcripciones ya no provienen del hemiciclo mismo, in situ,  sino que están mediadas por la transmisión televisiva, los monitores, por una parte. No publicado el Diario de Debates por más de diez años, sin que aparezca siquiera virtualmente,  la revisión del parlamentario poco atractivo tiene, interesándose más por el video, aunque uno y otro lleguen con mucho retraso luego de la solicitud. Que sepamos, por muchísimos años el parlamentario se entendía directamente con el jefe de departamento que actuaba por delegación del secretario, pero éste ahora monopoliza hasta la más elemental remisión por lo que debe tener una máquina para formar oficios.

Un detalle final, sobre el cual algún día abundaremos: la programación de las máquinas. Muchas de las veces, las computadoras hablan por el diputado. Y, así como pueden corregir muchos de nuestros errores, también distorsionan el sentido del mensaje en la forma o en el fondo. Acostumbrados a encabezar nuestras intervenciones con el “señor presidente, colegas parlamentarios”, por ejemplo, mas no con “colegas diputados y diputadas”, “buenas tardes, junta directiva” o algo parecido. Preferimos decir “ministerio de” que “ministerio del poder popular”, o hace poco dijimos “afectando a Marea Socialista” en lugar de “aceptando Marea”.

Decimos abrir esta sección, sin un milímetro de vanidad. Llegan tarde, si llegan, las intervenciones (transcripciones, videos y ya ni a la oposición fotografían), de modo que no será muy movidao todo acá. No existe una mayor oportunidad para el debate libérrimo y no siempre es recomendable intervenir en la cámara, ya que las solicitudes de crédito público – ocasión frecuente para estas intervenciones -  no  brindan una buena oportunidad. Faltando poco, también hay que “competir” para hablar en nombre de la oposición, porque – es natural – todos quieren y el oficialismo aplica el torniquete abusivamente.

LB

2 comentarios:

  1. Amigo Luis, éste es un excelente resumen de lo que allí sucede. Totalmente de acuerdo, y triste por dicha realidad. Es lo que hay, ya lo cambiaremos para volver a una merecida dignidad parlamentaria.
    Aprovecho para felicitarte por tu intensa labor parlamentaria, así como por la sensatez y madurez de cada una de tus intervenciones en Cámara.

    ResponderEliminar
  2. Exageración aparte, pues, Hermann, se hace lo que se pueda, recibe nuestro fraterno abrazo con los mejores deseos por un mejor 2015. Al orbitarlas, por lo menos acá, evitamos que esas modestas intervenciones se pierdan. De nuevo, un fraterno abrazo.

    ResponderEliminar