martes, 13 de enero de 2015

MAQUETADO

EL NACIONAL, Caracas, 13 de enero de 2015
Al instante
El factor "Wow"
Hannia Gómez

“El factor determinante de una cultura es el espiritu del lugar".
Lawrence Durrell.


1. Narciso en Lara
"Wow". Esta es la expresion que utiliza el actual director residente de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, Gustavo Dudamel, cuando se refiere a la arquitectura de su sede, el Walt Disney Concert Hall (2003). "Mi primera impresion al ver la sala fue la arquitectura: como trabajaria acusticamente por dentro. Y desde la primera nota lo supe: 'Wow: esto es  algo unico. Este es uno de los mejores instrumentos que existen en el mundo".1 La prensa arquitectonica angelina se apropio su expresión inmediatamente: había nacido The Wow Factor: el factor "Wow", para referirse a la obra de Frank Gehry.
Gehry trabajó por unos cuantos años (1998-2003) en esta sala de conciertos, junto al ingeniero acústico japonés Yasuhisa Toyota (Nagata Acoustics), a fin de lograr el "efecto atmosférico" que tanto fascina a nuestro director y que hace que "la música este en todas partes". Aparentemente, el equipo volvería a repetir en Barquisimeto, aunque deberán apurarse algo más, ya que el Centro Nacional de Acción Social por la Música lo han prometido los del gobierno para el primer semestre de 2016.
Dicho esto, no nos extrane la fascinacion dudameliana por la obra de Gehry, quien lo ha reclutado junto a Jose Antonio Abreu para "su proyecto venezolano": "un complejo cultural de 10.000 metros cuadrados con dos salas de conciertos; la principal de ellas, para 2.000 personas, a llamarse, justamente, Sala Gustavo Dudamel". Si revisamos el interior de la recién inaugurada sede de la Fundacion Louis Vuitton en París, la de Dudamel es la misma fascinación que sienten todos los visitantes en el Bois de Boulogne cuando, luego de experimentar afuera los acrobáticos juegos de las gigantescas "velas" de vidrio, traspasan el umbral del edificio y comprueban que la funcionalidad interna de los espacios y sus diferentes usos es completamente normal y esta resuelta perfectamente. Alguien quizás debería explicarselo: la funcion esta divorciada de la expresion arquitectonica del exterior, porque esa es otra historia. Si no lo hacen, es porque arruinarian el factor "Wow".
Y he aquí el quid del asunto. ¿Cómo podría nuestro virtuoso director enamorarse tanto de una tal arquitectura si no sonara bien? Todo lo demás, es decir su forma, su expresión exterior, su relación con el contexto y, lo que es más importante, su aporte a la identidad de la ciudad de Los Angeles, son completamente otra historia. Como bien lo subrayó el crítico de arquitectura del periódico LATimes, Cristopher Hawthorne, quien, al cumplir en 2013 el Walt Disney Hall su primera década, le dedicara en un artículo titulado "El Walt Disney Concert Hall de Frank Gehry es inextricablemente de  L. A.",  una loa a como el edificio "encarna la informalidad esencial de Los Angeles". Para Hawthorne no hay nada más parecido a Los Angeles que esta arquitectura de Gehry, una ciudad "donde el perfomance y la imagen cívica propia se han entrelazado siempre, incluso hasta hacerse inseparables". De allí que quienes intentan insultar al arquitecto llamando a sus obras "arquitectura del espectáculo", en el fondo lo que están haciendo es lanzarle una flor. Le estan diciendo que representa a un lugar de la tierra.
Pero volvamos a la Sala Dudamel. ¿Qué es lo que encontramos en las pocas imágenes de las maquetas develadas en Miraflores el pasado diciembre de este ambicioso proyecto, nuevo enclave del Sistema? Por un lado vemos una profusión aumentada de velas vuittonianas y vigas torsionadas en abanico enmascarando los volúmenes de las dos salas, las cuales lucen por ahora a todas vistas, como muy clásicas, (seguramente un punto de partida para que luego funcionen bien). Por otro lado vemos junto a estas unos cuantos volúmenes menores que van salpicandolo todo por aquí y por allá, todo ello lanzado en medio de una especie de suburbia barquisimetana de edificios sueltos y arboles del campo. Pero lo que realmente vemos, lo que realmente nos encontramos en las fotos, es una galactica "Starchitecture" que luce como venida de Marte, alienígena, casi divorciada de una ciudad con la que no tiene absolutamente nada que ver, y que aterriza en el terreno como esos circos de grandes carpas que venian a maravillarnos por un tiempo y a las que acudiamos buscando para que nos arrancaran algun efimero "Wow".
2. En defensa del alma de la ciudad
Y ya que Louis Vuitton, el otro gran cliente de Frank Gehry, se ha apoderado de la arquitectura contemporánea para hacerla su emblema y la línea de su marketing (lo cual en principio no tendría nada de malo), vale la pena volver sobre unos acontecimientos que fueron un gran alivio en la ciudad de París la semana pasada. El 5 de enero la Corte Administrativa de Apelaciones de esa ciudad anuló el permiso que había logrado justamente la misma empresa LMHV para transformar los antiguos almacenes haussmanianos de La Samaritaine sobre la rue de Rivoli en un hotel de lujo.
La gravedad del asunto consistía en que le había encargado el proyecto a otros arquitectos ganadores del Premio Pritzker (el "Nobel de la Arquitectura"), los japoneses Sanaa, a quienes no se les ocurrió otra cosa mejor que envolver en una fachada de vidrio ondulado y lechoso toda la emblemática y patrimonial arquitectura del edificio.
El fallo a favor de los "defensores del alma de la ciudad", las asociaciones patrimoniales (como SOSParis), "hizo justicia contra un proyecto que desfiguraba el centro historico de Paris, al no respetar las leyes del PLU (Plan Local de Urbanismo), el cual exige que las 'construcciones nuevas deben insertarse en el paisaje en volumen, materiales y aspecto".4 La importancia de este veredicto definitivo contra este proyecto descabellado es que se dio justamennte en un momento en que a pesar de dicho plan sigue estando en juego toda la identidad de la ciudad por una serie de "arquitecturas de ruptura" impulsadas por el poder inmobiliario.
Asi, he aquí dos ciudades viviendo el mismo dilema a ambos lados del oceano, Barquisimeto y París, una más desprotegida que la otra, luchando por preservar su identidad. Ambas nos hacen recordar a Rem Koolhaas, cuando en 1995 en un terriblemente lucido ensayo, se preguntaba: Y, “¿qué queda después de acabar con la identidad?  La ciudad generica".

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