viernes, 2 de enero de 2015

ANTENA 2015

Reminiscencia portátil
Luis Barragán


El “zapeo” o “zapping” del tempranero día inicial del año, nos condujo por azar a Telesur. Era obvia la alusión al aniversario del descenso montañoso y ascenso al poder de Fidel Castro, quien entrará a La Habana ocho calculados días después de caído Fulgencio Batista. Sin embargo, en la era satelital, nos llamó la atención el  tan convencional y sabido cuño propagandístico de la reseña (tiranía del dictador depuesto, liquidación de la pobreza y del analfabetismo con la revolución, etc.).

De una cada vez más franca imitación por sus pares venezolanos, basta la versión oficial para que se tenga por enteramente cierta, convertido el más ligero cuestionamiento en un sonado delito de lesa patria. Lo peor es que, transcurrido más de medio siglo de inaugurado el proceso cubano, reventada las aguas por debajo de los puentes, no hay admisión alguna de los desaciertos, fracasos y contradicciones, sino una disparatada ratificación de la interpretación heroica de siempre: escondiendo las rectificaciones y remiendos menores, priva el lenguaje burocrático y fastidioso que, por cierto, tiene más de Maduro que de Chávez Frías, a juzgar por su larga y mecánica agenda televisiva tan huérfana de una genuina emoción.

Por supuesto, propio de los régimen democráticos, mal podemos vislumbrar el debate en la recia dictadura que los Castros tuvieron y tienen en El Caribe, aunque – sucursal antes impensable – en nuestro país solemos repetir versiones o interpretaciones, como si Fidel hubiese exclusivamente logrado el triunfo político y militar en 1959, o no hubiese literalmente acabado con los propios y extraños que le estorbaron. Además, tendemos a olvidar que le torció la vida de toda una generación de venezolanos que lo creyó fervorosamente el mesías: rifando y apuñalando a sus leales seguidores, la infinita arrogancia del incendiario continental después apretó muy bien su disfraz de moderación, hasta hallar al procónsul de Sabaneta.

Un aniversario más de la llamada revolución cubana, lo es de nuestra inmensa inocencia, pues, no faltaba más, Castro Ruz pisó agradecido a la Caracas que lo aplaudió frenéticamente con la excepción del cauteloso Betancourt, quien se vio forzado a recibirlo. Nada extraña que, ahora, al reiniciarse las sesiones ordinarias de la Asamblea Nacional, pretendan distraernos con el planteamiento de proyecto de acuerdo alusivo que cuenta con la ventaja de la visión predominante en la bancada oficialista: la que insistió en la vía armada muy a pesar de los evidentes fracasos que bien sintetizaron los comicios de 1963.

De aparecer el proyecto en cuestión, completando el almanaque de evasiones, por interés o ignorancia, eludirán asuntos difíciles, como el enfrentamiento del PCV a Castro por 1967, delegando los camaradas en las gargantas ideológicas del PSUV los más atronadores insultos. El restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos u otras señales que puedan darse, tardarán en llegar a las costas del gobierno venezolano que nos retrotrae constantemente a los principios de la década del sesenta del XX.

Reproducción: Portada de la revista Resumen, Caracas, nr. 44 del 08/09/1974. Eran los tiempos en los que Fidel Castro arriesgaba una postura más moderada que le permitiera sobrevivir, como en efecto lo logró con una pequeña ayuda de sus amigos en este y en otro continente.

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