NOTITARDE, Valencia, 11 de enero de 2015
“Caminando con Cristo”
El bautismo del Señor
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes
Con
la fiesta litúrgica que la Iglesia celebra hoy, donde recuerda el
Bautismo de Jesús por manos de Juan Bautista en el Jordán, se cierra el
tiempo de Navidad.
El domingo pasado celebramos la solemnidad de la
Epifanía o manifestación de Dios a los Reyes Magos, que declaraba a
Jesús Rey de los judíos, Mesías y Salvador. En la fiesta que hoy
celebramos se proclama a Jesús como Hijo de Dios en carne mortal, que
comienza su vida pública en medio de Israel.
Tan significativo fue el
hecho del Bautismo de Jesús, que los tres evangelios sinópticos (Mateo,
Marcos y Lucas) lo narran de manera especial. Resaltan los evangelios,
como lo vemos en el texto de Mateo que hoy leemos, que Jesús al ser
bautizado a orillas del río Jordán fue declarado Hijo Amado de Dios
Padre: “Tú eres mi Hijo, el amado, en tí me complazco”.
Debemos
decir, que en tiempos de Jesús era conocido y practicado el bautismo de
inmersión a la par del rito de circuncisión. El bautismo que dispensa
Juan es más ético, de conversión y purificación de los pecados y no
tanto legal, como se realizaba en el Templo de Jerusalén o la sinagoga.
Ahora bien, si Jesús es el Hijo de Dios, igual a nosotros menos en el
pecado, ¿De qué debía purificarse? ¿Qué pecado tenía que serle
perdonado? Por eso, El Bautista ante la insistencia de Jesús de recibir
el bautismo, primero se rehúsa, con lo cual expresa la realidad de la
dignidad de Jesús y le dice expresamente que es él quien se debe dejar
bautizar. Pero, Jesús, se somete al bautismo para significar la llegada
del tiempo mesiánico, el cumplimiento de lo que había anunciado su
precursor San Juan Bautista. Se deja bautizar para que se manifieste el
poder de Dios Padre y para que todo el pueblo que se agolpaba a las
orillas de aquel río contemplara, que Dios había enviado a su propio
Hijo, como Mesías. Se somete al bautismo para significar y decretar
ahora que el trae la fuerza del Espíritu Santo que santificará la vida
de aquellos que reciban y acepten su mensaje de salvación. Él viene
ahora para bautizar con agua y Espíritu Santo.
También de manera
hermosa, el Bautismo del Señor, viene a ser una señal clara de la misión
que el Padre Eterno le encomendó. Siendo inocente, se coloca en la fila
de los pecadores y esto recuerda lo que sucederá en El Calvario. Cristo
viene para morir por todos los pecadores, se deja matar como el peor de
los criminales, para demostrarle al mundo el inmenso amor de Dios Padre
por la humanidad. Así, que el bautismo de Cristo será también un
programa de vida, una dirección a seguir para rescatar a la humanidad
extraviada.
Celebrar hoy el bautismo de Cristo, es recordar también
nuestra condición de bautizados. También nosotros fuimos “sumergidos” en
el agua del bautismo para morir al pecado y renacer bajo la fuerza del
Espíritu Santo, como hijos amados de Dios. Tenemos la tarea y el
compromiso de hacer de nuestra vida cristiana; mientras dure nuestro
peregrinar aquí en la tierra, un servicio al reino de Dios. Que nuestros
pensamientos, sentimientos y acciones vayan siempre guiados por los
mandamientos de Dios; que sean la norma de nuestras vidas. Y los
cristianos sabemos que la ley de Dios se resume en el amor que tiene una
triple dirección: Amar a Dios y al prójimo como a uno mismo. Es decir,
para amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a mí mismo,
debo primero quererme y aceptarme como hijo amado de Dios.
Imitemos,
por tanto, a Cristo que vino al mundo a hacer el bien, nos vino a hablar
del amor de Dios, a estar cerca de los más pobres y necesitados, de los
enfermos y de los tristes, de los pecadores y olvidados. Hoy más que
nunca el mensaje de Cristo sigue vigente y así la tarea del cristiano;
sobre todo en la Venezuela que nos toca vivir, que demanda por
cristianos que pongan en práctica su condición de bautizados; es decir,
de vivir como verdaderos discípulos de Cristo y auténticos hijos de
Dios.
IDA Y RETORNO: Con estupor escucho expresiones de algunos
cristianos evangélicos que afirman que la Virgen María fue una
“incubadora de Dios”, una mujer que Dios “utilizó” simplemente para que
trajera al mundo a su Hijo y después la desplazó o que no tiene que ver
nada con Cristo y, por supuesto, esto está lejos de ser Palabra de Dios,
porque la Escritura habla de María como la Virgen, como Madre de Cristo
que es Dios, como la mujer elegida especialmente para ser la Madre del
Mesías y Salvador, del Enmanuel, que significa “Dios con nosotros”, la
que el Ángel Gabriel llama “llena de gracia” o “agraciada de Dios” o
“favorecida de Dios”, y la Escritura va a destacar a lo largo de la vida
pública de Jesús la unidad de Jesús y María, en momentos claves, como
las Bodas de Caná, la Pasión, el Calvario, etc. Basta leer los dos
primeros capítulos de los evangelios de Mateo y Lucas y ver esto que es
Palabra de Dios, y por tanto, que debe ser creído y aceptado como tal.
Cfr.
José Martínez de Toda (SJ): http://radioevangelizacion.org/noticia/reflexion-al-evangelio-dominical-domingo-despues-epifania
Fray
Marcos (Rodríguez):
http://www.feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/5832-el-bautismo-nos-habla-del-verdadero-nacimiento-de-jesus.html
Ilustración: Giacomo Balla.
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