Salvando las distancias, décadas
atrás Arturo Uslar Pietri recogió algunos de sus discursos parlamentarios bajo
un título sencillo y sugestivo: “La palabra compartida”. Claro está, ahora el
parlamento y los parlamentarios son distintos y esa palabra pugna hoy por
reivindicarse como tal, frente al oficialismo que desconoce una instancia hecha
para el intercambio y la pluralidad. Antes, el tiempo disponible para cada
intervención no tenía límites; ahora, apenas tres o cinco minutos, si es que la
conceden. Empero, ¿para qué abundar sobre lo consabido? Menos noticias hay, por
ejemplo, sobre el Departamento de Transcripciones de una tradición, larga
tradición que se pierde. Hay un menor número
de personal, sin que las personas jubiladas las hayan reemplazado. Deducimos,
que una maratónica sesión a la semana como regla, donde cabe el peor
castellano, extendida – además - por los
gruesos comentarios de una dirección de debates proclive al ventajismo, al
desequilibrio, al irrespeto y la informalidad, algo diferente es a las remotas sesiones del
Congreso de la República, ordenadas, regladas, con un menor número de voceros
según lo acordasen las fracciones parlamentarias que seguramente se esmeraban
en preparar sus discursos conocido a tiempo el Orden del Día.
Además, existe una triple particularidad: las transcripciones ya
no provienen del hemiciclo mismo, in situ, sino que están mediadas por la transmisión
televisiva, los monitores, por una parte. No publicado el Diario de Debates por
más de diez años, sin que aparezca siquiera virtualmente, la revisión del parlamentario poco atractivo
tiene, interesándose más por el video, aunque uno y otro lleguen con mucho
retraso luego de la solicitud. Que sepamos, por muchísimos años el
parlamentario se entendía directamente con el jefe de departamento que actuaba
por delegación del secretario, pero éste ahora monopoliza hasta la más
elemental remisión por lo que debe tener una máquina para formar oficios.
Un detalle final, sobre el cual
algún día abundaremos: la programación de las máquinas. Muchas de las veces,
las computadoras hablan por el diputado. Y, así como pueden corregir muchos de
nuestros errores, también distorsionan el sentido del mensaje en la forma o en
el fondo. Acostumbrados a encabezar nuestras intervenciones con el “señor
presidente, colegas parlamentarios”, por ejemplo, mas no con “colegas diputados
y diputadas”, “buenas tardes, junta directiva” o algo parecido. Preferimos
decir “ministerio de” que “ministerio del poder popular”, o hace poco dijimos “afectando
a Marea Socialista” en lugar de “aceptando Marea”.
Decimos abrir esta sección, sin
un milímetro de vanidad. Llegan tarde, si llegan, las intervenciones
(transcripciones, videos y ya ni a la oposición fotografían), de modo que no
será muy movidao todo acá. No existe una mayor oportunidad para el debate
libérrimo y no siempre es recomendable intervenir en la cámara, ya que las
solicitudes de crédito público – ocasión frecuente para estas intervenciones
- no
brindan una buena oportunidad. Faltando poco, también hay que “competir”
para hablar en nombre de la oposición, porque – es natural – todos quieren y el
oficialismo aplica el torniquete abusivamente.
LB
Amigo Luis, éste es un excelente resumen de lo que allí sucede. Totalmente de acuerdo, y triste por dicha realidad. Es lo que hay, ya lo cambiaremos para volver a una merecida dignidad parlamentaria.
ResponderEliminarAprovecho para felicitarte por tu intensa labor parlamentaria, así como por la sensatez y madurez de cada una de tus intervenciones en Cámara.
Exageración aparte, pues, Hermann, se hace lo que se pueda, recibe nuestro fraterno abrazo con los mejores deseos por un mejor 2015. Al orbitarlas, por lo menos acá, evitamos que esas modestas intervenciones se pierdan. De nuevo, un fraterno abrazo.
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