Mensaje diferido
Luis Barragán
La tentación inmediata es la de una larga disquisición jurídica en torno a las previsiones constitucionales sobre el mensaje presidencial, tratándose – no lo olvidemos – de una rendición de cuentas con fecha cierta. La persona que nos convocó telefónicamente para la sesión del día 15 de los corrientes, aunque vaciló por un instante, insistió en Nicolás Maduro como el orador.
El sentido común nos indica que hay una oportunidad preestablecida para enterar formalmente a los venezolanos sobre una crisis generada, a pesar de las sobradas advertencias que, incluso, se colaron desde los angustiados elencos del poder. Solamente, una causa de fuerza mayor, como acaeció con la convalecencia del entonces presidente Chávez Fría, justificaría la vicepresidencial presencia en el hemiciclo de sesiones, dejando al protocolar para el simultáneo refrigerio o almuerzo, según la costumbre.
Confirmado el llamado a sesión, algunos diputados arribaron a la ciudad capital superando los consabidos obstáculos para el logro del difícil cupo aéreo, del repuesto para que el vehículo personal sorteara la peligrosa carretera o del autobús que la hiciera más riesgosa. Principalmente, los de la oposición tuvieron que resignadamente devolverse al interior, pues les es intrincado hospedarse, alimentarse y transportarse por una semana en la encarecida metrópoli.
Perogrullada por delante, siendo tan nítido e inequívoco el mandato constitucional, la gira presidencial fue asomada como una normal diligencia realizada en el exterior que culminaría con la solemne sesión de la Asamblea Nacional, requerida de una vestimenta formal para quienes ya están habituados a una indumentaria antes impensable en su sitio de trabajo. Sin embargo, traicionando la misma normalidad invocada, supurando nerviosismo a través de las escasas declaraciones del largo y sobrevenido periplo que no gozó del debido permiso parlamentario, Maduro ahora lo versiona como un esfuerzo hazañoso para conseguir, como aseguró que lo hizo, los recursos indispensables a objeto de garantizar la estabilidad económica que otros (y sólo otros), osan amenazar por un simple y maléfico acto de voluntad.
Realmente, poco o nada se conoce del resultado concreto de las gestiones foráneas, gracias a la opacidad informativa que, por cierto, tampoco permite conocer los costos que acarreó una nutrida delegación, autorizando cualesquiera de las conjeturas que, naturalmente, surgen de un país que vivencia diariamente la zozobra, o artificialmente, se ve expuesto a las manipulaciones de los servicios de contrainteligencia que idean y aúpan un súbito paro nacional del que nada sabe la oposición. Lo único cierto es que las exigencias de los prestamistas chinos o rusos, privilegiadas taquillas trastocadas en altares de la desesperación, lucen considerablemente superiores que las del Fondo Monetario Internacional, acaso, rayando en el terror de unas condiciones que afectan la más intrínseca soberanía nacional.
Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2015/01/mensaje-diferido/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=1070444
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