Inquilinato
Luis Barragán
En el mandato legislativo pasado (2011-2016), alguna incursión hicimos en el área de las finanzas públicas. Sobre todo, por las enfebrecidas solicitudes de crédito adicional de un régimen voraz.
De vez en cuando, asistimos a las sesiones de la Comisión Permanente de Finanzas para prever nuestra postura ante la inminente sesión ordinaria de la Asamblea Nacional. Sin embargo, aprendimos más de las observaciones hechas por la entonces diputada Vestalia Sampedro, fuera o dentro de la cámara, especialista en la materia que ha hecho tanta falta ya en las postrimerías del mandato actual.
Todo proyecto de presupuesto nacional, ley de endeudamiento o crédito nacional, fueron de una terrible insinceridad, pero lo más significativo era que enunciaban la existencia de sendos fondos alternos de cifras fabulosas, pero escondidas, que la dictadura enmascarada manejaba a discreción. Además, Chávez Frías se ufanaba, como lo hace su sucesor, del peso cada vez menor de la renta petrolera en términos presupuestarios a la vez que aumentaba toda suerte de tributos para las personas naturales y jurídicas.
Quiebra de la industria petrolera aparte, la dictadura socialista, desde su ya remoto inicio, siempre se esmeró por pechar a todo el mundo que le fuera posible y a nadie debe extrañarle que, aún en tiempos de la pandemia, incremente los impuestos, aumente las unidades tributarias y haga del IVA su estelar soporte. Antes de la aparición del coronavirus, ya el parapeto constituyente había obrado al respecto y, por mucho que pareciera sensato, la usurpación se resiste a extender la fecha para la respectiva declaración del ISLR, en el presente año, con la sensatez de que imponen las circunstancias.
Declarada la emergencia nacional, a través de un decreto que genera aún más alarma, no duda en elevar y cobrar el alquiler en nuestro propio país, aunque no consigamos contraprestación alguna por muy enfermos que estemos. A los adalides de la hiperinflación, les importa un bledo los pobres, los menos pobres y los que sienten nostalgia de los viejos esplendores, pues, el saqueo del erario público debe continuar hasta el último capítulo.
06/04/2020:
Ilustraciones: Ghee Beom Kim (y no es un coronavirus), y Ana Black (tomado de Facebook).
Versión ND
Luis Barragán: Inquilinato
Mensaje por redaccion » 05 Abr
2020, 21:15
Opinión
ND
En el mandato legislativo pasado
(2011-2016) hicimos alguna incursión en el área de las finanzas públicas. Sobre
todo, por las enfebrecidas solicitudes de crédito adicional de un régimen
voraz.
También asistimos a las sesiones
de la Comisión Permanente de Finanzas para prever nuestra postura ante la
inminente sesión ordinaria de la Asamblea Nacional. Sin embargo, aprendimos
mucho de las observaciones hechas por la entonces diputada Vestalia Sampedro,
especialista en la materia, que ha hecho tanta falta ya en las postrimerías del
mandato actual.
Todo proyecto de presupuesto
nacional, ley de endeudamiento o crédito nacional fueron de una terrible
insinceridad. Pero lo más significativo era que enunciaban la existencia de
sendos fondos alternos de cifras fabulosas, pero escondidas, que la dictadura
enmascarada manejaba a discreción. Además, Chávez Frías se ufanaba, como lo
hace su sucesor, del peso cada vez menor de la renta petrolera en términos
presupuestarios a la vez que aumentaba toda suerte de tributos para las
personas naturales y jurídicas.
Quiebra de la industria
petrolera aparte, la dictadura socialista desde su ya remoto inicio siempre se
esmeró por pechar a todo el mundo que le fuera posible y a nadie debe
extrañarle que, aún en tiempos de la pandemia, incremente los impuestos,
aumente las unidades tributarias y haga del IVA su estelar soporte.
Antes de la aparición del
coronavirus, ya el parapeto constituyente había obrado al respecto y, por mucho
que pareciera sensato, la usurpación se resistió a extender la fecha para la
respectiva declaración del ISLR en el presente año.
Declarada la emergencia
nacional, a través de un decreto que genera aún más alarma, no duda en elevar y
cobrar el alquiler en nuestro propio país, aunque no consigamos contraprestación
alguna por muy enfermos que estemos. A los adalides de la hiperinflación les
importa un bledo los pobres, los menos pobres y los que sienten nostalgia de
los viejos esplendores, pues, el saqueo del erario público debe continuar hasta
el último capítulo.06/04/2020:
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