De
la solidaridad impersonal
Luis
Barragán
Ampliamente
manifestada por el deslave inverosímil del estado Vargas, la solidaridad
espontánea de propios y extraños demostró que no todo estaba perdido de acuerdo
a la prédica del régimen que recién iniciaba. Lo peor, delató una catadura que
le fue imposible disimular en los años siguientes.
Impertérrito,
Chávez Frías no suspendió siquiera por una semana más el referéndum consultivo
de la Constitución de entonces. Después, dijo reordenar los esfuerzos
realizados para el auxilio de los litoralenses, incluyendo los atractivos
recursos donados desde el exterior, sin la debida rendición de cuentas.
Por
todos estos años, la dictadura ha jurado monopolizar cualesquiera testimonios
de solidaridad con los más
desfavorecidos por las circunstancias, en la órbita de un populismo inaudito,
pero rentable más allá de lo político.
Ahora, el prestador de los
servicios públicos por excelencia, no garantiza siquiera el agua y la
electricidad para la población angustiada y, muy pendiente de la ayuda
humanitaria que pudiera venir, imitando a la Cuba empobrecida, dona a algunas
islas antillanas los escasos recursos disponibles.
En
esta hora de marcada incertidumbre, los venezolanos nos ayudamos los unos a los
otros en la medida de nuestras exhaustas posibilidades reales, transitando un
distinto aprendizaje de ciudadanía que, a propósito de un epígrafe de Michel
Foucault,, María Eugenia Cisneros Araujo asocia a un proceso de construcción
racional del Estado (AA.VV. “Suite hobbesiana. Cuatro ensayos: Imaginación,
Antropología, Poder y Religión”, UCV, Caracas, 2009: 200 ss.). Vale decir, retrocedidos a la barbarie por el socialismo, urgimos de otro contexto
para la reconstrucción del país (y del Estado), explicándonos como individuos más allá del miedo y de la
esperanza, como pasión.
Esta
semana que culmina, la legítima Asamblea Nacional aprobó importantes – aunque
insuficientes - recursos para paliar la
situación generada por el huésped
peligroso, iniciativa que ha de constituir una experiencia distinta a la de
1999, porque los instrumentos legales fuerzan a una constante y rigurosa
rendición de cuentas si deseamos reconstruir al Estado. Yendo más allá de la
personal, es necesario regular la solidaridad ejercida por las instituciones,
pues, de lo contrario, el término mismo pierde sentido, como ha ocurrido en
presente siglo, gracias a la ilimitada demagogia oficial que ha significado, al
emplear desenfadadamente el uso de la fuerza, colgar a Jesús en las armas que empuña y distingue a la usurpación.
Pieza: Alexander
Kosolapov.
17/04/2020:
https://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/36731-solidaridad-
17/04/2020:
https://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/36731-solidaridad-
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