sábado, 4 de abril de 2020

CUADERNO DE BITACORA

De un primer vistazo, atrae la portada del libro de Anne Applebaum en su edición rusa, sobre el Gulag. La creemos toda una pieza de arte. Es siempre difícil el diseño y tanto que, a veces, siendo tan malo, no se compadece con las bondades del texto (y viceversa). Quizá tan difícil como fue el de diseñar las caratulas de los viejos long-plays que, reducidos al pequeño ejemplar digital de hoy, ha de extremar el genio del creativo. Por supuesto, esto tiene que ver con los países  libre y convincente mercado que gran alrededor de las vitrinas, estéticamente también exigentes, y no en la Venezuela decaída y retrocedida que ya no sabe de ellas, excepto los lugares sospechoss de generosas ofertas.

Claro está, hay editoriales con un diseño emblemático que reducen la posibilidades de portadas alternativas.  No obstante, este diseño corporativo (pensamos en Anagrama o Tusquets, por ejemplo) constituye una gran ventaja: apela a la confianza generada por la empresa. No imaginamos sus colecciones de los más variados formatos, trazos y colores.  Podemos convenir que el sello editorial (logotipo o  siglas, a modo de ilustración), bastará para experimentar adicionalmente con un preámbulo gráfico atractivo, aunque esto aumenta el costo de la edición. Valga recordar, por una parte, las viejas ediciones que hcieron de la figuración plástica o de la fotografía su fuerte, frente a la tradicional o concisa que sólo avisaba del libro. O de las viejas ediciones de Tecnos, sin motivo gráfico alguno, sólo respaldadas con el nombre de la editorial, sobre fondo verdoso; o del fondo anaranjado o amarillo, según la materia, de Amorrortu.  O de la moderación de Siglo Veintiuno.

Descubrimos esta portada de la Applebaum, por la búsqueda de una fotografía distinta para el blog al emplear caracteres rusos. Muy diminuta la muestra, hubo que hacerle una captura de imagen.

En fin, ¿cuáles portadas memorables por excelsas o por deleznables?

(LB)

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