Evangelio Dominical: Zaqueo
José Martínez de Toda, S.J.
Comentario
al Evangelio que se proclama el 31° Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo
C, correspondiente al domingo 30 de octubre 2016. La lectura es tomada
del Evangelio según San Lucas 19, 1-10
"Doy la mitad de mis bienes a los pobres"
Uno encuentra obstáculos en la vida. ¿Cómo reaccionar ante ellos?
Un
día un campesino llegó con su carga al hombro, vio la piedra que
estorbaba a todos, dejó su carga en el suelo y, después de muchos
intentos, logró echar la piedra fuera del camino.
Cuando volvió a
coger su carga, vio una bolsa donde había estado la piedra. La bolsa
contenía muchas monedas de oro, y una carta del rey que decía que las
monedas de oro eran para el que quitara la gran piedra. Y aprendió aquel
día que cada obstáculo en el camino de la vida es una oportunidad para
mejorar nuestra situación>. (Félix Jiménez, escolapio)
J.
Oswaldo Sanders dice en su libro De cara a la soledad: "El millonario
es de ordinario un hombre solitario, y el payaso es a menudo más infeliz
que su audiencia".
Quizá esto fue lo que le pasó a Zaqueo, que era
pequeño de estatura, y se subió a un árbol para ver mejor a Jesús,
cuando pasara.
¿Quién era Zaqueo?
Zaqueo era un supervisor de publicanos" (v. 2).
Los
romanos contratan a publicanos, como Zaqueo, para recoger impuestos en
pueblos o regiones particulares. Zaqueo a su vez subcontrata la
recolección de impuestos a otros publicanos menores. El sistema se
presta al abuso y a la corrupción. Los judíos desprecian a los
publicanos y los consideran como mercenarios y ladrones.
"Y habiendo
entrado Jesús, iba pasando por Jericó" (v. 1). Jericó es una ciudad de
tierra caliente, adinerada y un centro de comercio. Ocupa un lugar
estratégico junto a la carretera a Jerusalén y un cruce del Río Jordán.
Sus habitantes exportan dátiles y bálsamo.
Zaqueo era rico, tenía
poder, pero oyó hablar de Jesús. Quería ver a Jesús, ese hombre del que
todos hablaban bien, que hacía signos maravillosos, que hablaba con
autoridad, que era el nuevo profeta.
Quizá se sentía culpable de lo
que robaba, veía obstáculos a su felicidad. Estaba insatisfecho. Le daba
pena. Era un pecador público y pequeño de estatura. ¿Cómo acercarse a
Jesús, que viene por aquel camino repleto de gente, que lo acompaña?
"Y corriendo delante, se subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí" (v. 4).
Pero
la sorpresa de Zaqueo es que es el mismo Jesús quien lo está buscando.
Porque, al llegar bajo el árbol, Jesús se detiene, levanta la cabeza y
le dice a Zaqueo:
"Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que me aloje en tu casa".
¿Quién busca a quién?
Aparentemente Zaqueo es el que busca a Jesús. Pero al final Jesús también busca a Zaqueo.
Zaqueo descendió aprisa, y le recibió gozoso.
¡Qué sorprendido y honrado se debe sentir Zaqueo! Jesús es muy popular, y da categoría a cualquier hogar que visite.
¿Por qué le honraría a él, un pecador público conocido de todos?
Efectivamente,
todos murmuraban de Jesús diciendo que "había entrado a comer en casa
de un pecador". La gente común ve a Jesús como su amigo. Pero no quiere
que él honre a un hombre considerado como su enemigo.
Pero Jesús se sienta a comer con la familia y los amigos de Zaqueo. Todos conversan.
¿Cómo reacciona Zaqueo?
Zaqueo
reflexiona. La aceptación desprejuiciada e incondicional del pecador
Zaqueo por parte de Jesús le habló más claramente a su corazón que el
mejor discurso de Jesús.
Y Zaqueo le dice espontáneamente a Jesús:
-
"He aquí, Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo
he defraudado a alguno, lo restituiré cuatro veces más".
En otra ocasión Jesús le había pedido a un joven rico que vendiera sus posesiones y que se las diera a los pobres.
A Zaqueo sólo le pide hospitalidad; pero Zaqueo, de su propia voluntad, ofrece mucho más.
Y Jesús acepta la buena voluntad de Zaqueo, y comenta:
"Hoy
ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de
Abraham" (v. 9). La salvación de Zaqueo beneficia a su familia y a su
comunidad, cuando da dinero a los pobres y restituye a quienes ha
defraudado.
"Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido".
Ahora proclama que su misión central es buscar y salvar a los que están perdidos. Y para ello es Jesús quien toma la iniciativa.
¿Qué cosas perdidas salvó Jesús?
Lo
cuenta en varias parábolas: la oveja perdida (15:3-7), la dracma
perdida (15:8-10) y el hijo pródigo (15:11-32). Y cuando encontraron lo
perdido, hubo gran regocijo.
Lo bueno de Zaqueo es que trató de
quitarse de encima lo que estorbaba a su conciencia. Fue limpiando su
camino de obstáculos. Quizá esta actitud de superar obstáculos fue lo
que llamó la atención de Jesús.
Jesús nos dice: "Vengan a mí los que estén agobiados y yo los consolaré".
Y en el Apocalipsis (3, 20) repite: "Estoy a la puerta llamando y cenaremos juntos".
Despedida
Les
invitamos a la Misa, a la Eucaristía, sacramento del amor. Ahí Jesús
también me dice a mí: "Hoy quiero hospedarme en tu casa". El Señor está
aquí, en nuestra casa, y nos trae la salvación y el perdón de los
pecados, y nos da la fuerza para superar los obstáculos físicos y
morales que nos impiden verlo.
Fuente:
http://radioevangelizacion.org/noticia/evangelio-dominical-zaqueo
Cfr.
Marcos Rodríguez: Marcos Rodríguez: http://www.feadulta.com/anterior/Ev-lc-19-1-10_MR-C.htm
Ilustración: Emily Carr.
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