Luis Barragán
Imposibilitada una respuesta razonable, distintos voceros oficiales coinciden en postergar cualesquiera comicios so pretexto de la situación social y económica que confrontamos. Reconocida así su extrema gravedad, ausente el mínimo rubor, violentan con el mayor desparpajo de sus franquezas, el propio ordenamiento jurídico impuesto al país, remitiéndonos a la sólida noción que ha aportado Luigi Ferrajoli sobre los poderes salvajes.
Renovado ad infinitum el decreto de emergencia, agravando una conducta que es delictiva, desconocen las propias previsiones de la Ley Orgánica Sobre Estados de Excepción, convirtiéndose en una amenaza para la seguridad de la nación, de sus ciudadanos e instituciones. A pesar de “auto-autorizarse” para aplicar las medidas que libérrimamente les venga en gana, huérfanos de todo control parlamentario, ha empeorado la situación que se prolonga a través de un instrumento nada excepcional ya, restringiendo las garantías y pretendiendo interrumpir el funcionamiento del único órgano independiente del Poder Público, como es la Asamblea Nacional.
Franqueza que también se agradece, el ejercicio arbitrario del poder los coloca contra la misma historia venezolana que hizo de la democracia un logro fundamental, fruto de las luchas cívicas de un pueblo que, por cierto, mal que bien, entró – entusiasta – en escena por 1945. Y nos retrotrae a etapas ya impensadas, extraviada la paz que alguna vez conquistamos para el contraste con más de 150 años de vida republicana.
Decididamente schmittianos y kelsenianos, el derecho y el Estado de Derecho únicamente es aceptable cuando les conviene y, casi nunca, les ha convenido. Por lo menos, así lo refleja un pasaje inadvertido de “Doña Bárbara” de Rómulo Gallegos, el gomecismo cuidaba celosamente de las formas hasta para apropiarse el dictador de las tierras ajenas, cuidando de las diligencias registrales que públicamente dejasen constancia de sus propiedades.
Desconocido hoy el derecho y el Estado de Derecho, solamente parece apto para regular básicamente las relaciones internas de la nomenclatura, redistribuir, reconocer y preservar sus intereses hasta nuevo aviso. Empero, ese ámbito privativo inexorablemente va reduciéndose y llegará el día, como ya ocurre, en el que las diferencias, aspiraciones y logros del llamado chavismo, cada vez más reducido y enroscado, sean dirimidos por la mera fuerza: no habrá más regla que la impuesta por el dueño de las armas.
Ilustración: Aimé Montandon, "Les Cousines". Ville de Neuchâtel / Bibliothèques et Musées / 1967.
Breve nota LB: La obra en cuestión, no aparece en la red de redes y, apenas, hay algunas referencias iconográfica sobre Montandon. Descubrimos varios catálogos, editados por la Universidad de Neuchâtel, en la Hemeroteca de la Academia Nacional de la Historia,no indexados, facilitados por el archivólogo Gabriel López. Agradecidos.
10/10/2016:
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