EL UNIVERSAL, Caracas, 30 de octubre de 2016
Fermín Toro y el asalto al Congreso
José Félix Díaz Bermúdez
Hecho bochornoso de nuestra historia, repudiado mil veces por las generaciones patrias, hecho infamante que acusa al general José Tadeo Monagas, libertador y autócrata a la vez, fue el asalto al Congreso el 24 de enero de 1848. El vil acto se produjo para impedir el juicio de responsabilidad contra el prenombrado general a quien poco importó el carácter y la significación del Parlamento como representante y depositario de la soberanía nacional. La República fue mancillada con tan grave suceso, uno de los más vergonzosos de nuestra vida institucional.
Entre los que se opusieron al gesto de barbarie para honra de su historia ejemplar se encuentra uno de nuestros principales ciudadanos, don Fermín Toro, varón insigne de la patria, literato, diplomático y pensador político excepcional a quien Venezuela debe no solamente sus notables escritos y discursos, sino su participación decisiva en momentos trascendentales de la República.
No obstante las vacilaciones y los miedos de algunos, ese ilustre patricio expresó su rotunda condena al nefasto suceso en defensa del honor ciudadano frente a los atropellos de la fuerza, tal y como lo testimoniaron también otros hombres quienes luego de la independencia sostuvieron con sentido afirmativo los derechos irrenunciables de la patria.
En sus escritos, consecuente con su vida pública, Fermín Toro sostuvo y desarrolló con propiedad la doctrina republicana destacando su carácter político y su significación histórica para asegurar la auténtica conducción de Venezuela hacia un destino de paz, civilización, democracia y progreso.
Observando la evolución de los hombres y apreciando el sentido indetenible de la historia, Toro advirtió el curso inevitable de la sociedad humana, indicando: “Sí; a los pueblos toca gobernarse” al descartar de esa manera la presencia de los personalismos y de formas políticas antiguas exaltando frente a ellas a la democracia como sistema connatural a la República, por lo cual expresó que: “el pueblo es todo”, posibilidad extraordinaria que creía entonces realizable en América.
Sintetizó de manera admirable su pensamiento político al analizar las formas de gobierno: “Ley y libertad sin poder - anarquía; Ley y poder sin libertad - despotismo; Poder sin libertad ni ley - barbarie; Poder con libertad y ley - república”, y observaba la necesidad de que nuestras jóvenes naciones se condujesen conforme a principios civilizados alcanzando la estabilidad de sus instituciones, la protección de los derechos ciudadanos, el respeto a las leyes, la sanción de los crímenes, todo lo cual constituiría: la “fuerza moral” que aspiraba obtuviesen estos países.
Como elevado testimonio de singular patriotismo y consciencia ciudadana, Fermín Toro condenó aquel deplorable atentado contra la institución parlamentaria al señalar: “El Poder Legislativo, norma de los otros poderes, fuente de la administración, y de la jurisprudencia y principio vital del gobierno representativo, ha sido atacado y violado, su independencia destruida y aniquilado su poder moral…”.
De la misma manera, profundamente crítico de los procederes del presidente Monagas, al cual encontraba: “inclinado a los aplausos del partido” y quien a su vez: “Recogió y se apoderó de las armas y pertrechos de guerra pertenecientes al Estado y la puso en manos de sus partidarios”; el general José Antonio Páez describió con horror los acontecimientos del Congreso de la siguiente forma: “…una soldadesca compuesta de la milicia de reserva armada, con la violencia de un plan preconcebido y contando con la impunidad, invadió la Cámara como si fuera ciudadela sorprendida por asalto, e hizo fuego sobre los Representantes del Pueblo”.
Orador parlamentario destacado como siempre lo fue Fermín Toro, indicó desde la tribuna diez años después de aquel agravio insólito su invariable postura: “Por desgracia, señores, hay otro símbolo; y los Monagas han simbolizado a Venezuela durante una década de oprobio. Yo he visto la larga procesión de los Monagas ocupar por diez años nuestra triste historia; en pos de ellos seguían sus llamados militares, acuchilladores dispuestos a derramar la sangre de los venezolanos a la primera señal de su señor; he visto a los gremios industriales llamando padres a los que devoraron la sustancia de los pueblos; he visto el batallón famélico de los empleados devorando las rentas nacionales; he visto los tribunales vendiéndose a sus pies la sangre del justo; y he visto los Congresos más envilecidos que los eunucos de un serrano”.
La consciencia nacional ordena una conducta honrosa, un gesto de dignidad y consecuencia, un ejemplo de verdadera rectitud y patriotismo. La patria es superior a cualquier ambición o beneficio propio porque, por encima de todo, está ella misma, sus derechos y libertades sacrosantas por las cuales ha derramado tanta sangre en sus luchas heroicas el pueblo venezolano.
Fuente:
http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/fermin-toro-asalto-congreso_624154
Ilustración: Dumont.
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