Presupuestívoros, presupuestógenos, presupuesticidas
Luis Barragán
Pronto arribará a su 71° aniversario la llamada Revolución de Octubre o, como sugiere la cómoda fórmula de Manuel Caballero, el pronunciamiento o golpe de Estado que la propició. Y, aunque la tentación fuese la de referirnos in extenso sobre tan significativo fenómeno, lo que inicialmente deseamos es dejar por sentado un hecho de sólida importancia histórica: Rómulo Betancourt, al entrar y salir del poder, hizo no sólo su declaración jurada de bienes, sino que la difundió con los números bien redondos de sus haberes, activos y pasivos.
Algo más que un gesto, con todas las fallas del trienio adeco y, después, del puntofijismo, empleando la jerga corriente, lo cierto es que el manejo del erario público, con sus uso y abusos, jamás llegó al escándalo que todavía falta por saberse, del chavismo. En el peor de los casos, hubo la posibilidad cierta de denunciar y de exigir respuestas de los organismos contralores, del parlamento, o de los tribunales, cobrando una extraordinaria relevancia el modesto caso de una lejana municipalidad, porque también existió una tribuna, una institución, un recurso formidable que tarde o temprano facturaba: la opinión pública. Obviamente, el siglo XXI venezolano no sabe aún de todo esto.
El detalle que faltaba, el régimen ahora se autopresupuesta y, no porque de un modo u otro no lo hubiese hecho, controlando la Asamblea Nacional en casi veinte años, sino porque hoy siquiera debe tomarse la molestia de saludar al diputado del PSUV o del PCV para que apruebe y dé rienda suelta a sus afanes presupuestívoros. Antes pudo hacer lo que le vino en gana, atentando contra la unidad del tesoro, ocultando las realidades macroeconómicas, endeudándonos y dando una presupuestógena respuesta al clientelismo que lo explica, y, ahora, el TSJ – presupuesticida – le regala a Maduro y a quienes pugnan por sucederlo, el mayor trofeo esperado que, antes del arribo de la barbarie roja, era sencillamente inimaginable.
Peor todavía, Pedro Carreño propone que el TSJ asuma todas las funciones de la AN y, por supuesto, tratándose de un vocero calificado, no queda otra cosa que agradecerle la franqueza de su exigencia. Entonces, ¿para que los “dialoguistas” de estilo, los que rasgaban sus vestiduras porque María Corina Machado caracterizaba al régimen como una dictadura, pueden sorprenderse?
16/10/2016:
http://guayoyoenletras.net/2016/10/16/presupuestivoros-presupuestogenos-presupuesticidas
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