EL UNIVERSAL, Caracas, 1° de octubre de 2016
El cisma del puño y la rosa
Rafael del Naranco
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) está escenificando en estos momentos cruciales de la política hispana -ante la falta de un gobierno estable tras 9 meses de lasitud y 2 elecciones generales fallidas- uno de los enfrentamientos más ingratos de su historia: una división que se halla, si no imperan la responsabilidad y el sentido común, a sus puertas.
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La rebeldía de Pedro Sánchez, secretario general de los socialistas, incapaz de hacer frente a sus responsabilidades y obsesionado en ocupar el sillón de la Moncloa, sede del gobierno nacional, está a punto de conseguir una división de la agrupación fundada a designio de Pablo Iglesias Posse y un grupo de intelectuales y obreros -tipógrafos la mayoría-, el 2 de mayo de 1879, como expresión de los afanes e intereses de las nuevas clases trabajadoras surgidas de la revolución industrial en Europa.
En esa larga historia de 137 años, repleta de convulsiones políticas épicas salpicadas de luchas sociales, conflictos agresivos y una cruenta guerra civil, el símbolo de la organización fue hasta los primeros albores del siglo XX, una pluma y un yunque que unificaban su raíz intelectual y proletaria.
¿Y el emblema actual con un puño apretando una rosa? Ese logotipo comenzó a usarse hacia 1977. En un libro de Alfonso Guerra, vicepresidente socialista en el primer gobierno democrático en España, tras cuarenta años de dictadura franquista, y con el título “Diccionarios de la izquierda”, se encuentra la definición de cómo el puño y la rosa simbolizan la unión de los trabajadores “con la cultura, el pensamiento, la belleza”... Es decir, el mismo concepto que la pluma y el yunque.
La tensa situación del actual socialismo ibérico pudiera romper la rosa en pétalos lanzados al suelo y un puño de hierro convertido en añicos. Lo que está aconteciendo a recuento de la malacrianza de Pedro Sánchez -con poco o nada de conocimiento de los recovecos de la política y demasiado orgullo juvenil- le impidió hacer una autocrítica ante la debacle que tuvo en las elecciones autonómicas en Galicia y el País Vasco, uniendo a ello un nulo discernimiento del valor del diálogo, haciendo con esa impostura que el PSOE se divida entre “buenos” y “malos”, dependiendo quien esté a favor de sus prepotencias o no.
Un observador diría acertado: “El partido está asustado, anonadado”, y es que al pedírsele su renuncia ante tanto fracaso frente a la Secretaria General, Sánchez sale con la despampanante ocurrencia de hacer unas primarias y un congreso con una idea única: seguir siendo el timón del partido y decidir su reestructuración como un caudillito tercermundista o un Tirano Banderas en las tierras libertarias de los molinos de viento.
La situación, políticamente hablando, es grave, ha roto todos los esquemas de sensatez, y el desbarajuste, unido a un enfrentamiento que está auspiciando visos de intolerancia, se ha apoderado del partido -siempre sólido hasta este fin semana- que se ha cubierto de más laberinto tras la dimisión de 17 miembros de la ejecutiva y la negativa de Pedro Sánchez a dejar el cargo.
La opinión editorial de los principales informativos en papel y digitales es unánime: la única escapatoria que tiene el secretario general del PSOE -“inevitable”, dice el diario “El País”- es su salida del partido. Y añade: “Hemos sabido que Sánchez ha mentido sin escrúpulos a sus compañeros. Hemos comprobado que sus oscilaciones a derecha e izquierda ocurrían únicamente en función de sus intereses personales no de sus valores ni su ideología, bastantes desconocidos ambos”.
Más claro y contundente, imposible.
Fuente:
http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/cisma-del-puno-rosa_594200
Ilustración: Eva Vázquez.
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