La difteria y el infanticidio
Nicomedes Febres
* La difteria es una enfermedad epidémica, casi siempre infantil que es terrible, porque es altamente transmisible y con frecuencia es mortal, y los niños, además del malestar de la infección, sufren de disnea por el crup diftérico que son membranas infectadas que se alojan en las vías respiratorias y dificultan la respiración. El tratamiento es con unos sueros especiales antidiftéricos y antibióticos y se previene con vacunas. Se transmite por contacto con personas infectadas por las gotitas en el aire que respiran. Nunca he visto a un paciente con difteria, pero debíamos estar pendientes de su diagnóstico. Como fue una enfermedad que desapareció desde la aplicación de la vacuna triple, y aquí se le aplicaba a todos los niños, fue perdiendo importancia epidemiológica. De allí que la aparición de ella y la muerte de muchos niños en el estado Bolívar habla de ausencia de aplicación de la vacuna triple, que era antes una norma sagrada de aplicación, lo cual configura un delito sanitario del gobierno, sus responsables de salud y sus sanitaristas. Supongo que algún genio oculto del Ministerio de Sanidad decidió que si la enfermedad no hacía aparición desde hacía tantos años, para que se iba a gastar un dinero que se podían robar, si no iba a pasar nada, o lo que es peor, son los cubanos los responsables de traer las vacunas que antes se importaban de Estados Unidos e Inglaterra, y por supuesto las vacunas no sirven para un carajo. Esto es un infanticidio masivo causado por los cubanos; y maduro?, bien gracias. La mejor descripción de la enfermedad la leí en un cuento de Rudyard Kipling llamada Stalky y Compañía y se los recomiendo, como sería de angustiante la narración que todavía la recuerdo entre mis lecturas de adolescencia. Sin embargo, he visto morir de asfixia a pacientes y es muy dramático, imagínenselo en un niño. Pero no es solo la difteria la que ha retornado, lo mismo sucede con otras enfermedades epidémicas como la malaria que fue erradicada de Venezuela por nuestros sanitaristas, no solo médicos sino también de otras profesiones como biólogos, ingenieros ambientales hasta el personal de apoyo, y vale la pena acotar que esos estudios fueron con mucho financiados por Nelson Rockefeller y la Standard Oil. Rockefeller comenzó a venir a Venezuela luego de la muerte de Juan Vicente Gómez y se amistó con todos los presidentes venezolanos desde López Contreras hasta Betancourt y una vez que se dieron cuenta los gringos que aquí no habría una suerte de Revolución Mexicana a la muerte del Benemérito, empezaron a invertir duro en nuestro país. Esos profesionales criollos fueron formados en la Universidad de New York, y allí aprendieron su trabajo, luego se desparramaron por nuestros campos a fumigarlos hasta que la malaria desapareció en la batalla que encabezó Arnoldo Gabaldón y otros sanitaristas de la primera generación. Fue por esa amistad entre Rockefeller y López Contreras o Betancourt, que Venezuela en esa década posterior a la muerte de Gómez, se transformó en el primer productor mundial de crudo y se modernizó y su petróleo fue 8 veces más rentable que el petróleo mexicano de Lázaro Cárdenas. No creo que haya habido un extranjero que haya influenciado más positivamente a Venezuela que Rockefeller, desde lo petrolero, de donde sacó ingentes beneficios porque tampoco era carmelita descalza, a lo agropecuario, lo industrial, lo comercial, lo sanitario o lo asistencial y preventivo. Lo que nunca he entendido es porque fue tan satanizado. Supongo que sería por la habilidad innata de los comunistas para desprestigiar a la gente o por la mala fama del padre, fundador de la Standard Oil, un tipo famoso por lo cicatero y hábil comerciante y su visión para los negocios. Leí su vida y obra cuando estaba escribiendo el libro sobre la historia cultural del petróleo en nuestro país, aun no publicado, y que ninguna empresa lo publicará hasta que no salgamos de esta pesadilla. Porque esa es otra historia, la de la autocensura de las empresas para no disgustar a PDVSA y el gobierno y no estoy entre los afectos del régimen ni en su lista de invitados. Es que no me dejo querer.
* La foto del día es la garganta de un paciente con difteria. Se aprecia en primer plano a la lengua y luego la úvula llamada popularmente la campanilla y a su lado las placas blancas del crup diftérico. Me perdonan la crudeza, pero al pan, pan y al vino, vino.
Fuente:
https://www.facebook.com/nicfebres/posts/10209986605922490
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