Una visita al museo
Nicomedes Febres
* Ayer fui a trabajar al CEGA y al mediodía, como debía esperar a la
encargada del turno de la tarde me acerque al Museo de Bellas Artes para
ver si me tomaba un café. El museo está fantasmal, sin gente y de 18
salas de exposición, solo las dos de la entrada a mano derecha estaban
abiertas con una expo de la colección de escultura en bronce. Ni una
imagen nueva, desde Epstein y Moore hasta Agustín Cárdenas, cuando esas
esculturas se compraron el petróleo estaba a un dólar el barril, y en
estos 16 años, cuando el barril ha llegado a estar a 140 dólares, no han
comprado ni una mísera escultura. Los baños clausurados y la gente que
labora en el museo desencantada y triste, además ya se agotó el
presupuesto de este año. Ellos me recibieron con el afecto y la
amabilidad de siempre y soltaros gran cantidad de quejas. Ni siquiera
culpo a la administración actual del museo, sino a las cabezas
anteriores, y especialmente a Farruco Sesto quién trató de prostituir a
todos los museos con sus megaexposiciones y recortes presupuestarios.
Los museos hoy están en hibernación y no cayeron en la prostitución
gracias a sus empleados. Luego fui a la feria del libro porque en los
museos uno no se puede tomar un café porque clausuraron las cafeterías.
La feria patética, con unos 20 stand vendiendo libros viejos, unas
editoriales privadas con libros de autoayuda tratando de sobrevivir y
nadie había vendido nada y las del Estado dedicadas a vender libros
sobre el difunto de todas las formas y colores. La poca gente que
circulaba por allí eran unos menesterosos y busca vidas. Definitivamente
esta revolución fracasó estruendosamente, ni gente había, más allá de
esos ganapanes. En un kiosco, y ya con hambre, me comí media hamburguesa
infecta de 370 Bs, sin mostaza porque “en Venezuela no se produce
mostaza”, según me informo la vendedora. Una chicha que estaba bien a 90
Bs el vaso, y luego me senté a conversar con dos fotoperiodistas de un
pasquín llamado Ciudad Caracas que financia la alcaldía de jorge
rodríguez. Les pregunto por la colección de fotografías de Torito que
compró el viejo Domínguez Sisco en los años 1960 para el concejo
municipal, y me responden que Tiuna Films se la robó, a lo que
haciéndome el pendejo les digo que cuándo, porque yo las había visto
cuando bernal era alcalde, cosa que es mentira, y uno de los fotógrafos
me replica preguntándome que quién es Torito. Pana, Torito es el más
importante fotorreportero de Caracas entre 1900 y 1940, y quizás de todo
el siglo XX, le contesto. Imagínate que salía todas las mañanas a tomar
fotos en la ciudad y luego se las vendía a los periódicos a 5 Bs cada
una. Cuando vendía una o dos se sentía satisfecho. Era el único
fotógrafo que le decía sin miedo a Gómez donde se debía poner para la
foto. El tipo amoscado, se quedó mirando a su hamburguesa. Yo la mía se
la pase a uno de esos ganapanes con quien me cruce mientras regresaba al
museo para ir al CEGA. Le comento algo al pobre hombre y me dice con
toda ingenuidad: menos mal que con estos libros, los vendedores de droga
se ha escondido un poco por la presencia de la policía, porque esta
plaza siempre es un antro de venta de drogas. Así está la otrora gran
plaza de los museos, el corazón cultural de la Caracas de antes.
Recordé cuando el presidente Betancourt inventó aquello del hampoducto
que consistía en que al malandraje que agarraban lo enviaban al Dorado
cada día en un avión que salía de La Carlota cada mañana, hasta que el
malandraje heredado de Larrazábal y su plan de emergencia fue metido en
cintura.
*
La foto del día no puede ser otra que de los museos, de cuando éramos felices y no lo sabíamos.
Fuente: https://www.facebook.com/nicfebres/posts/10206756838300318:0
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