Del morbo televisivo
Luis Barragán
El asfixiante monopolio mediático del Estado, crecientemente fusionado con el principal partido de gobierno, no derivó – ni podía – en una alternativa cultural y recreativa distinta a los medios comerciales que, por años, recibieron toda la crítica razonable e irrazonable de los que ahora pertenecen o todavía luchan por un cupo en los elencos de poder. Se ha evidenciado un retroceso insólito en la oferta televisiva, por un citar un caso, aportando novedades antes impensables.
Por ejemplo, las estelares emisiones de los canales gubernamentales remiten a sendos programas que tienen por indudable ventaja la de emplear a los servicios de (contra) inteligencia del Estado, para manipular y denigrar hasta de la vida personal de opositores y disidentes merecedores de toda una campaña de desprestigio y estigmatización. Claro está, dependiendo del específico peso político del presentador, animador o comentarista, emergen importantes grabaciones tomadas ilegalmente, circunstancias que facilitan la burla, vicisitudes que se prestan al montaje, u otras facetas que únicamente son capaces de aportar – concluimos - las agencias especializadas de seguridad.
Puede decirse, hay una televisora del SEBIN y de otros organismos semejantes. Suministran las delicadas informaciones para la respectiva campaña de vituperios que impunemente se realiza a través de “La Hojilla”, “Con el Mazo Dando”, “Zurda Conducta”, “Cayendo y Corriendo”, entre otros programas que tienden a imitarlos en la dura apuesta por la supervivencia y el ascenso. E, incluso, el más audaz reportero de los denuestos, dispuesto a confundirse en algún evento de la oposición para ridiculizar a algún dirigente, provocándolo con una absurda entrevista, en el caso de no sorprenderlo a las puertas de un restaurant o de su propia casa, puede obtener una buena promoción que pudiera concederle cierto protagonismo político para sorpresa y beneplácito de sus progenitores.
Por ello, otra vez nos consterna que el Padre Numa Molina fuese a “Zurda Conducta” para ensayar una suerte de teología chavista, auspiciando una asombrosa versión del extinto presidente. Es cierto, tiempo atrás, nunca le escuché en sus homilías de la Iglesia de San Francisco una directa alusión al tema político, pero no menos cierto es que, dada su activa militancia político-partidista, con su sola presencia no debió avalar un espacio televisivo que ha ofendido y ofende la dignidad de la persona humana, banalizándola inaudita e irresponsablemente: ¿por qué cuida de no mencionar siquiera a los muchachos presos en La Tumba en sus Tweets?
Costeados por el bolsillo de todos los venezolanos, no hay ocasión para la réplica en esos espacios y, mucho menos, habrá juez que se atreva a tocarlos. Agotado el material de valor estrictamente político, algún día apelarán a los personalísimos informes médicos, a los conflictos familiares, a las ponderaciones etílicas o a las disputas vecinales que cualquier mortal tenga para la morbosa programación que desespera por una mayor audiencia.
Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/21949-del-morbo-televisivo
Ilustración: José Campos Biscardi.
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