"Y estando listo para partir, oí que me habían acusado al inquisidor y que había un proceso contra mí. Enterándome de eso, y como no me llamaban fui donde el inquisidor y le dije lo que había escuchado, y que iba a partir para España, y que tenía compañeros, y que le rogaba quisiese dar sentencia. El inquisidor respondió que era verdad lo de la acusación, pero que no le parecía que se tratese de algo importante. Sólo quería ver los escritos de los 'Ejercicios'. Viéndolos, los alabó mucho y le rogó a este 'peregrino' que dejara copia de ellos, y así lo hice. A pesar de eso, volví a insistirle que tuviera a bien seguir con el proceso hasta que se lograra una sentencia. Como el inquisidor se excusara, fui a su casa con un notario público y con testigos para tomar fe de todo"
San Ignacio de Loyola
("Autobiografía y ejercicios espirituales", Educación y Cultura Religiosa, Caracas, 2002: 53)
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