Luis Barragán
Lo ocurrido en la última sesión
de la Asamblea Nacional tampoco creemos que tenga precedentes, pues, por
tercera o cuarta vez consecutiva, después de la faena habilitante, presentan un
Acuerdo Ant-Imperialista para insuflar la agresiva campaña oficialista. Horas antes, los diputados del PSUV
estuvieron en la Plaza Bolívar con el alcalde menor promoviendo la celebérrima
carta a Obama, bajaron al hemiciclo con una militancia bulliciosa que plenó los
palcos, aceptaron irremediablemente abrir una investigación sobre el caso de
Andorra (plan de desestabilización, solicitud de pruebas a pesar de la notitia
criminis), tratar de aproximadamente veinte solicitudes de crédito adicional y
del setenta aniversario de las relaciones diplomática con la Federación Rusa
(en propiedad, la Unión Soviética).
En lo particular, no fuimos
partidarios de intervención alguna del Proyecto de Acuerdo en cuestión,
sabiéndolo un espectáculo, pero las hubo de un colega que no lo dejaron hablar,
entre los palcos y la dirección de debates. Por tratar del asunto con Guyana,
si de soberanía se trataba, o declararon fuera de orden: tome unos segundos de
videos y me salí al patio, mientras el estoraque verbal de la respuesta pasaba.
Muy asado el mediodía, no habían
servido el almuerzo y decidimos tres o cuatro diputados salir a comer en los
alrededores. Al regresar al hemiciclo, ya había arrancado la otra fase del
espectáculo: llamar a diputado por diputado a la tribuna para firmar la
epístola, creyendo que lo mejor era que la oposición se saliera por un rato del
lugar como un gesto de protesta, pues, al fin y al cabo, es un recurso
parlamentario universal, pero algunos quedaron graneados en las curules
opositoras.
Una larga jornada que, al
concluir la suscripción, se suspendía para llevar la famosa carta a la alcaldía
y volver. Sometidos al escarnio público,
no por las ya acostumbradas agresiones, desde los palcos, la gritona bancada
del gobierno y la dirección de debates, creímos que debimos retirarnos de la
cámara, por lo que, sencillamente, preferí una reunión alterna de trabajo en
las afueras del Palacio Legislativo.
Iba a intervenir, más tarde, en
la solicitud de un crédito adicional ara otra remodelación de un sector de
Caracas y recordé el artículo de Hannia Gómez en El Nacional (04/11/2014), sobre las cien obras pendientes
de restauración en la ciudad: La Candelaria y el Paseo Anauco que ella citó,
será objeto de nuevos trabajos que, por cierto, raras veces en que ha ocurrido,
el informe respectivo se establece un plazo de seis meses para
concluirlos. Hablaría del delito
calculado que es permitir el deterioro de los espacios patrimoniales para luego
festejar la gruesa inversión en la remodelación, mas no restauración. Valga la
coletilla, pronta su beatificación, el 24 de marzo se cumplió otro aniversario
del atentado contra Oscar Arnulfo Romero, creyendo que orquestarían un proyecto
alusivo para redondear la confiscación moral que se ha hecho del mártir, pero –
sobreestimados – ni les pasó por a cabeza, quedándose en nuestro tintero
algunas cosas.
Ya señalado, en medio del triste
espectáculo, nos retiramos para completar otras actividades, reacios a caer en la aguda “planchitis” que nos
aqueja. Y, como dijimos, un recurso parlamentario válido hasta en Saturno.
Fuentes:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/22112-de-un-triste-espectaculo
Fuentes:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/22112-de-un-triste-espectaculo
Post-data LB (25/03/2015): Al llegar tarde a
casa, intentamos escribir el día artes 24 sobre la sesión, pero nos venció el
cansancio. Al día siguiente, muy temprano lo hicimos y enviamos el texto.
Ciertamente, luego de hacerlo, respiramos un poco más tranquilos al desahogarnos.
No lo revisamos y se fueron errores que constituyen un irrespeto para el lector
que ojalá nos disculpe. No contamos con apoyo o dispositivo alguno de prensa,
por lo que tenemos “artesanalmente” que hacer nuestras diligencias para las
declaraciones o cualesquiera otras notas al respecto. Más de las veces,
sentimos, que la noticia no se basta por sí misma y, aunque lo decimos con mucha
modestia y sin rencor de ningún tipo, solemos notar que pasan por tales algunas
sandeces, mientras que nuestro humilde aporte pasa inadvertido. Por ello, optamos
por un género que trajinamos desde hace unos años, el artículo, y, más allá de
la postura de análisis, intentamos el testimonio personal. La prisa es mala
consejera en muchos casos ….
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