SOL DE MARGARITA, 25 de marzo de 2015
El acidito
El "bullying" en la política
El acoso escolar o como se conoce en inglés "bullying", es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado tanto en el aula, como a través de las redes sociales, con el nombre específico de ciberacoso.
Reinaldo Silva
El acoso escolar o como se conoce en inglés "bullying", es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado tanto en el aula, como a través de las redes sociales, con el nombre específico de ciberacoso. El acoso escolar es una especie de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros.
Este tipo de violencia escolar se caracteriza, por tanto, por una reiteración encaminada a conseguir la intimidación de la víctima, implicando un abuso de poder en tanto que es ejercida por un agresor más fuerte (ya sea esta fortaleza real o percibida subjetivamente). El sujeto maltratado queda, así, expuesto física y emocionalmente ante el sujeto maltratador, generándose como consecuencia una serie de secuelas psicológicas; es común que el acosado viva aterrorizado con la idea de asistir a la escuela y que se muestre muy nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana.
Suelen ser más proclives al acoso escolar aquellos niños que poseen diversidad funcional, entre las cuales se pueden contar el síndrome de Down, el autismo, síndrome de Asperger.
En el plano político tampoco se escapa a esta situación. Por lo general las personas que tienen alguna limitación, defecto o síntoma similar somos menospreciados y tenemos que luchar más que los demás para poder cumplir nuestras metas u objetivos, o poder sobresalir de alguna manera, no importando la preparación que el individuo tenga, y para que se le dé la oportunidad de demostrar que puede ser igual o incluso mejor que muchos, le cuesta demasiado y hay quienes sucumben y prefieren mantenerse en el anonimato para no ser menospreciados públicamente o criticados con muy fuertes cuestionamientos. Eso lo vemos en la política con mucha frecuencia, donde a los ciegos algunos los menosprecian porque no pueden ver la realidad de lo que está ocurriendo, pero estos desarrollan el resto de los sentidos más que otra persona y escuchan los distintos análisis, otros aprender a leer con las manos y les asombrará lo que aprenden estos ciudadanos, de los cuales he tenido formidables experiencias como profesor universitario; los mochos se valen de sus extremidades sanas para subsanar las debilidades de las que le faltan; los gagos somos el hazme reír desde que entramos a la escuela y para silenciar las burlas tenemos que esforzarnos y ser mejores que los demás; eso me pasó en la escuela y siempre fui uno de los mejores estudiantes; en la universidad en mi primera carrera de Contaduría Pública, al momento de escoger quien hablaría en nombre del curso peso más la posición de una minoría que decía que los podía hacer quedar mal; cuando me gradué de Abogado pasó algo similar, pero fui el primero de la promoción de toda la universidad con el mejor índice académico y no me pudieron quitar ese derecho porque estaba establecido en el reglamento de la universidad, y según los críticos ha sido el mejor discurso que se ha dado en esa casa de estudios.
En el ámbito político igualmente hay quienes maliciosamente tratan de evitar que hablemos en público; pero la perseverancia y mirar siempre hacia adelante con paso redoblado nos hace abrirnos caminos que muchos intentan cerrar con todo tipo de obstáculos, pero, el hombre es del tamaño del compromiso que se le presente. Por eso mi llamado a quienes se encuentren en estado de minusvalía a seguir avanzando sin escuchar las críticas y les aseguro, ¡Vencerán!
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