Difícilmente, podemos concordar
con la celebración solemne del ya lejano 27-N, recordando a muertos y heridos,
como los supuestos combates aéreos que plenaron los cielos caraqueños. Todavía
recordamos tres momentos impactantes, como el vuelo rasante e irresponsable de
dos aviones sobre el curso del río Guaire, perdidos hacia Montalbán y Antímano
con una estridencia aterradora; las bombas lanzadas en lo que sería el centro
de Caracas, al igual que los ataques a la sede de la DISIP (y sus alrededores),
como zancudos empedernidos sobre la presa que la distancia los pintaba, por no
citar la interrupción de los servicios telefónicos y todas las circunstancias
del caso.
Era imposible acudir a Maracay
para hacerles coro, como entendemos fue solitariamente un parlamentario electo
por la Mesa de la Unidad Democrática. De nuevo, sin molestarse por consultar a
la cámara, la junta directiva de la Asamblea Nacional decidió así la sesión.
Aprovechamos para escapar a la hemeroteca de la Academia Nacional de la
Historia, tranquila, eficaz, segura y
servicial. Casualmente, hallamos la extensa nota sobre el consabido homicidio
por encargo de Trotsky, pensando en
Leonardo Padura: poca o ninguna ocasión tendría de revisar la hemerografía
cubana alusiva, como – por lo menos – acá todavía hay ocasión de hacerlo….
Inevitable asociación para
referirnos al 27-N, pues no fue cualquier cosa lo ocurrido en 1992. Mientras
escribimos esta nota, está perorando el comentarista de planta de Venezolana de
Televisión, valiéndose de los actos de Maracay, para halar duramente en las
bolas de Chávez Frías, incurriendo en toda sandez e insensatez que llama
análisis….
LB
Fotografía: Reseña. La Esfera, Caracas, 06/60.
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