martes, 13 de noviembre de 2012

SOPORTE REFLEXIVO

EL NACIONAL - Martes 13 de Noviembre de 2012     Opinión/8
El piso mínimo de la democracia
Una característica distintiva del modelo democrático es la noción de Estado de Derecho y el respeto de un conjunto de derechos humanos
ANDRÉS CAÑIZÁLEZ

Ha sido abundante la producción contemporánea de literatura sobre la democracia. Dos autores europeos de forma extensa reflexionaron sobre el tema. Se trata de Noberto Bobbio, El futuro de la democracia, y Alain Touraine, ¿Qué es la democracia? Ambos autores coinciden en señalar un piso mínimo para la democracia. Se trata de un piso institucional que tiene tres componentes: en primer lugar un conjunto de reglas básicas que establecen quién está autorizado a tomar las decisiones y cuáles son los procedimientos para ello; un segundo componente es la participación directa o indirecta de las personas en la toma de decisiones, y en tercer lugar se trata de que exista efectivamente posibilidades de elegir.
Junto a estos principios, una característica distintiva del modelo democrático es la noción de Estado de Derecho y el respeto de un conjunto de derechos humanos para el ejercicio de la libertad individual. Se trata de que en un sistema democrático los individuos tengan libertades para expresarse y opinar sobre la política y el manejo del Estado, libertad de reunirse y asociarse, libertad de escoger entre diferentes alternativas políticas, entre otras.
Para Bobbio resulta sustancial entender que el establecimiento de las democracias europeas partió del reconocimiento previo de tales derechos, es decir el Estado nació sometido a la ley, es ésta la noción de Estado de Derecho, que impone un marco de límites al ejercicio del poder político. De acuerdo con el autor italiano, estos derechos resultan inviolables no sólo porque están reconocidos en las constituciones nacionales, sino que los mismos "son reglas preliminares que permiten el desarrollo del juego". En ese sentido podría decirse que anteceden y colocan un piso de reglas de juego al desarrollo del Estado en democracia.
Touraine aporta, en la línea del pluralismo, una idea interesante. La lógica de la libertad individual, en la cual cada individuo en una democracia puede escoger y manifestar sin cortapisas sus puntos de vista e incluso asociarse en la defensa de tales posiciones, el Estado no puede imponer una visión del bien común, ni entrometerse en las concepciones de los individuos que son parte de tal sociedad.
Es por ello que a juicio de Bobbio, la posibilidad de que un sistema político sea democrático depende en buena medida de su condición liberal. Él ve poco probable que un estado no liberal pueda ser democrático, a la par que tampoco ve como posible la existencia de un estado no democrático que pueda garantizar las libertades individuales. No se trata de un juego de palabras, es el corazón del debate sobre el Estado moderno, pues lo que hoy conocemos como democracia tiene claramente una raíz liberal. En ninguno de los estados que se definieron en el pasado como socialistas, en Europa del este, se pudieron ejercer derechos individuales mínimos por ejemplo de asociación o de expresión. Tales derechos tampoco existen hoy en Cuba, y menos en la China que abrió sus mercados pero dejó intacto su sistema político.
Desde el punto de vista de Touraine, la democracia debe verse como una permanente lucha, una tensión social, entre los individuos en defensa de su libertad y la lógica de los sistemas políticos, que necesariamente tiende a la dominación, con el fin de organizar y regular la vida colectiva.
En el centro de tal tensión, para Touraine cobra importancia el pluralismo y el reconocimiento de la diversidad, como características esenciales de una democracia. Unido a ello, cuestiona el mandato de las mayorías como una condición necesariamente democrática y se remite a diferentes ejemplos de la historia contemporánea, en los cuales la mayoría de una sociedad, por razones étnicas y/o religiosas, termina apoyando el exterminio de las minorías. La salud democrática de una sociedad, entonces, no sólo puede medirse porque exista una mayoría que apoya al poder del Estado, sino porque éste se utiliza en aras del respeto de la diferencia, de la diversidad. El cómo se trata a la minoría termina siendo tal vez el rasgo más definitorio sobre la condición democrática de un régimen.

Ilustración: Pedro Pegenaute.

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