San Marcos, 12: 28-34
En su homilía de ayer, el Padre Numa Molina (SJ) comentó que el escriba (conocedor de la Ley, estudioso del Toráh), aparentemente no preguntó de mala fe y salió satisfecho con la respuesta de Jesús, quien era asediado como si se tratase de una rueda de prensa. Importante el énfasis que hace del amor (amar a Dios a Dios y al prójimo como a sí mismo). Acá se la juega el cristiano, pues alguien que diga que ama a Dios y no al prójimo, miente.
Equiparado, Dios está en el prójimo: tuve hambre y me diste de comer…; aménse los unos a los otros, como yo los he amado. Ocurre que el término amor, hoy, está muy manoseado por el mercado y la publicidad, perdiendo su grandeza.
No puede haber amor, sin perdón. Ingrediente fundamental, el perdón sin muchos preámbulos. Jesús lo enseñó: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.
Perdón, reconciliación, respeto (son valores). El perdón es un valor fundamental, y – al interactuar con la feligresía – es respeto, prudencia, saber esperar, cumplir con las normas. Necesitamos de esos valores. Motorizados que no respetan las normas de tránsito y, por si faltase poco, responden obscenamente. Hay derechos y deberes.
Genialidad de Jesús: amor a Dios ligado al prójimo. No existe aquél, sin éste. Perdón y reconciliación. Respeto al modo de pensar del otro. Amor con toda el alma, mente y fuerzas. No un poco: si hay cualidades para atender al privado de libertad, al enfermo, etc., dedicación apasionada.
Al comenzar la misa, aludió a la solicitud del perdón por los pecados, pero también al agradecimiento a Dios por tantas cosas. Al finalizarla, dijo que también hacemos cosas, tenemos iniciativas importantes, que no todo está malhecho.
Dt 6, 2-6
Salmo 17
Heb 7, 23-28
Fotografía: LB, Numa Molina al comenzar la homilía dominical, San Francisco (Caracas, 04/11/12).
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