lunes, 5 de noviembre de 2012

A QUIÉN PUEDA INTERESAR

Aviso
Luis Barragán


La más importante jefatura partidista ejercida por Chávez Frías es la de la Fuerza Armada Nacional, aunque diga cumplir con ciertas formalidades. Éstas, paulatinamente, pierden significación con las reformas realizadas a la Ley Orgánica que la rige en franco desafío a la vigente Constitución de la República, pendientes otras que apunten a una mayor y calculada  sinceridad del régimen, como la que está en trámite respecto a la Seguridad de la Nación, cuyos específicos alcances naturalmente desconocemos en el marco de una democracia participativa formal.

La repentina decisión de retirar del servicio activo al general (en jefe) Henry Rangel Silva, otrora ministro de la Defensa, designándolo inmediata e inconsultamente como candidato a la gobernación del estado Trujillo, en contraposición al de la unidad democrática surgido de unas primarias, no sólo ridiculiza de nuevo al PSUV, sino ejemplifica una extraordinaria pérdida de pudor. Y es que, esbozando al futuro apostolado ceresoleano del que se servirá, militarizada progresiva y definitivamente la política venezolana, la presidencia del principal partido oficialista es un dato secundario que le permite al denominado Comandante-Presidente desestimar cualesquiera de las opiniones y contradicciones de la militancia que, en propiedad, constituye una vasta clientela organizada.

La más elemental lección de sociología política revela que la llamada unión cívico-militar, a la que contribuyó a fortalecer Rangel Silva, como refiere el decreto presidencial (Nr. 9242 del 29/10/12), es la que literalmente encarna el Comandante-en-Jefe, exponiéndola a través del ministerio y del Comando Estratégico Operacional, con auxilio del denominado Estado Mayor Presidencial, absolutamente subordinado el resto de las organizaciones civiles que lo respaldan en el forzado contexto del particular socialismo rentista cursante. Toda inconformidad que suscite, como ha ocurrido en el estado Carabobo con la nominación del mayor Francisco Ameliach, está condenada al fracaso y la probable degradación y expulsión, añadida la correspondiente satanización mediática según la importancia del disidente.

Recordemos, las opiniones del antiguo Comandante Estratégico Operacional que le facilitaron el ascenso ministerial, como el supremo generalato, negaron la conducta institucional, sobria y convincente que ha de caracterizar el ejercicio de tan altas y graves responsabilidades. Por cierto, tuvimos ocasión de fijar una postura crítica en la materia (El Nacional, Caracas, 30/11/10), aunque en las redes sociales se dijo de la interesada mudez de los socialcristianos.

Otro de los casos, es el del general (en jefe) Carlos Mata Figueroa, cuya candidatura impuesta a la gobernación del estado Nueva Esparta arrancó veladamente al encontrarse  en servicio activo y siendo titular del aludido despacho ministerial, como tuvimos ocasión de denunciar en el seno de la Asamblea Nacional (sesión del 09/08/11), a propósito de un crédito adicional para obras civiles a ejecutarse – casualmente -  en dos municipios margariteños, bajo la responsabilidad de la corporación castrense. La trayectoria político-partidista que lo avala es la que demostró en la Fuerza Armada, y no civilmente en el PSUV o los partidos que les son subsidiarios.

Todos los venezolanos estamos avisados en torno a la militarización y a la novísima conformación del liderazgo oficialista, excepto la dirigencia civil que quema incienso en los altares del chavismo. Lo curioso es el contraste en torno a las antiguas posturas de las se reclaman como exclusivos herederos, ejemplificado con el debate parlamentario que suscitó una declaración del entonces ministro de la Defensa del primer gobierno de Caldera, general (de división) Martín García Villasmil.

Comprobada una efectiva división de los órganos del Poder Público y la consiguiente fiscalización de la política militar, tuvo también oportunidad el diputado Héctor Mujica (PCV) de argumentar largamente su posición.  “Y por encima de cualquier otra obligación – sintetizaba - nuestras Fuerzas Armadas tienen que defender la Constitución y las leyes de la República” (sesión del 10/12/69), por lo que – concluimos – el desconocimiento del hoy vigente articulado constitucional y la manipulación de las leyes que conciernen a la institución armada, contradicen los viejos y aparentes convencimientos doctrinarios expuestos.

Fuente: http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/13210-de-los-des-avisados
Fotografía: Copia de la Gaceta Oficial correspondiente.

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