Sujetadores y sujeción: el nuevo hábito
Siul Narragab
Acá también sobraban muchas cosas que, ahora, poco a poco, vamos extrañando. En cierta forma, concluíamos, ¿para qué manufacturarlas si sale más barato importarlas?
Esta catástrofe humanitaria, simplemente, nos ha pillado por sorpresa y, a la falta de los insumos básicos o fundamentales, como los alimentos o los medicamentos, se suman otras carencias secundarias de cuya importancia pocas veces nos percatamos. Algunas llegaron a producirse en el país, aunque traerlas de afuera tampoco significaba una tajada enorme de divisas.
Varias veces, estorbaban las cajas de grapas, clips, tachuelas, ligas de goma, cintas adhesivas, pegamentos, u otros sujetadores que ya no se encuentran con la facilidad de antes y cuestan un ojo de la cara. Así como ya cobran por las bolsas de plástico en el país que fue potencia petroquímica, cada vez más escasas, el del hierro y de la bauxita ha agigantado el costo de las láminas de aluminio y hasta de un clip, una grapa o una tachuela de tan enorme modestia.
Entonces, ¿con qué sujetar los papeles?, ¿cómo concederle la debida continuidad a un legajo documental que debe reportar la formalidad de sus sellos registrales o notariales?, ¿por qué ya venden las grapas de reconocida marca por barras? Luego, el mínimo orden de nuestra papelería casera, el de las diligencias cotidianas, tendrá que resignarse con el doblez de las hojas, con el pinchado de una aguja a solas o el zurcido visible de un hilo indispensable, como ocurría antes.
Así como muy pocos imaginan la tardía llegada de los bolígrafos hacia la década de los cincuenta del veinte, condenados a las plumas fuentes, todavía en trámite la masificación del lápiz de grafito, ocurre algo semejante – por ejemplo – con la engrapadora de mano. Ésta, portátil, hasta hace muy pocos años del veintiuno, adquiría dimensiones mínimas, cabía en el bolsillo de algún atareado periodista, profesor, plomero, abogado o vendedor que debía archivar sus notas en un primer tramo, ambulantemente, antes de llegar a la oficina o a la casa para encarpetar y engavetar.
La crisis de los sujetadores ha dado alcance a los ganchos de ropa y, por el camino que andamos, un vulgar botón hará falta para la ropa, a falta de un cierre o cremallera que nos antoja sofisticado. Sojuzgados, están lentamente cambiando nuestros hábitos de sujeción en más de un sentido.
¿Habrá pegamento, clavos, tornillos,magnetos, alambre o pabilo para anudar? No es exagerada la pregunta: no bastará con pegar las cosas y las ideas con saliva de loro. Por lo demás, es el hombre el que sostiene las cosas, por inpiración divina.
Fotografía inicial: Stefano Rellandini (Reusters), 2014; "Obra del artista italiano Lorenzo Quinn con el título 'Apoyo' que se incluye en la 57ª edición de La Bienale de Venecia (Italia)".
03/06/2018:
http://www.opinionynoticias.com/opinionnacional/32765-nagarrab-s
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