- Yo qué sé, niña.
- Debe ser maravilloso, Olegario. Ir levantando la casa con las propias manos en medio de una sabana donde solamente hay tres casas más, que mañana serán cinco, pasado mañana diez y después un pueblo entero. Mucho más maravilloso que sembrar las matas de un jardín.
- Sí, niña, así debe ser.
- No como esto, Olegario, de ver caerse todo. Cada día una casa menos, un techo más en el suelo. ¿Queda muy lejos el petróleo, Olegario?"
Miguel Otero Silva
("Casas muertas", en: "Casas muertas. Lope de Aguirre, príncipe de la libertad", Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1985: 88).
Fotografía: LB, Caracas (01/06/2018). Vista desde planta libre del edificio "José María Vargas", esquina de Pajaritos. Solitarísima mole en eterna e interesada remodelación, abandonada, hospedando a a un número impreciso de refugiados que desperan por una solución desde hace bastante tiempo. De lejos, impresionante; y, de cerca, aún más por el deterioro.
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