viernes, 29 de diciembre de 2017

AVISOS

1.- EL NOTICIERO DE LA TARDE, Caracas, 1901: Tan cercano el botiquín a la sede legislativa, la oferta es toda una tentación, excepto que, por "armadura",  se tenga una estructura complementaria del mostrador. Definitivamente atractiva si fuese el chaleco antibalas medioeval, o resistente a las flechas y pedradas, que - faltando poco - le permita a la víctima de la dictadura actual, mostrarse o exhibirse. Lo ideal es que tuviese una máscara anti-gas y una cámara de video, pero sería mucho pedir que "El Polo Ártico" fuese un suerte de gran  mesón del complejo comercial que, muy después, no lo será, para darle paso al edificio del Mercantil, donde ahora existen las oficinas hastiadas de completar el paisaje de guerra del centro caraqueño.

2.- EL NACIONAL, Caracas, 1953: Desde hace dos años aproximadamente, se ha adelantando la demolición del viejo edificio y la construcción de otro. "Juguetelandia", una avispada denominación comercial, por siempre tuvo un mostrador de generosas posibilidades, convertido también en referente de la ciudad capital. Los niños de hoy, no imaginan la importancia que tuvo el ferrocarril en los juegos de ayer, evolucionando las modalidades  de combustión, aunque su credibilidad la daba el diseño típico del siglo XIX. A nivel de precios, el monto tampoco lo hacía muy accesible que digamos, pero - estable por décadas la economía - la más elemental previsión, permitía hacer algunos ahorros necesarios para equipar al Niño Jesús, así fuese con un modesto carrito  de madera o una muñeca de trapo.

3.- EL NUEVO DIARIO, Caracas, 1914: Aunque no precisa la mercancía ofertada, el  "Quinto Cooperador" unió sus fuerzas a "La Cooperativa" del Puente Páez de la que quizá quiso independirse. Habrá que indagar cuál y dónde se encontraba el puente. Toda una crónica, el aviso da cuenta del éxito alcanzado y, a lo mejor, el señor Ostos Medina poco sabe de las aglomeraciones de un siglo más tarde, más de las veces inútiles por la escasez de víveres y hasta de dinero, añadiendo - si lo tuviere - el efectivo. Evidentemente, dio a crédito la mercancía y no era precisamente un buhonero, pero luce obvio que no pudo sobornar a las autoridades. Y ésto, porque, en última instancia, fue más importante impedir toda reunión, así fuese para comprar cosas, ya que tal derecho sólo era ornamental en las viejas constituciones, como ahora igualmente lo es, salvo para las colas interminables, calladas y resignadas tras los alimentos y medicamentos.

4.- EL UNIVERSAL, Caracas, 1978: Todo papeleo significa invertir dinero dinero en fotocopiar lo que el Estado, además, biométrico, tiene. A falta de dirección postal, vale la pena un telefonazo, pues, Bs. 0,35, es toda una ganga. De paso, puede vender el apartamento que le permita sobrevivir a los avatares de esta crisis del XXI insospechado, hacer un curso personalizado de inglés o conseguir trabajo. Así de fácil.

5.- LA TRIBUNA, Valencia, 1896: La primera ventaja es la de una farmacia dotada por todos los vapores, con laboratorio propio. La lista inicial hace del local una opción segura. Y si esta fecha ya postrera del año fastidia demasiado, cualquiera puede navegar y constatar cuál de estos medicamentos tienen vigencia y han evolucionado, al lado de los otros que resultaron toda una engañifa. De enterarse Lacava, lo allana para asestarle un golpe a Ameliach, pero - creemos -  la Farmacia Central dista algo de los CLAP y de sus monopolistas.

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