Que funcione o no, ya no es problema. Tampoco hay instancia que lo contradiga. Y se puede decir "nuevo modelo" y asegurar que "satisface" las necesidades de los venezolanos. Total, ¿cuál es el problema? El riesgo lo asume quien pretenda desmentirlo. Y como esto, sin costo político alguno, autoriza a decir las cosas más absurdas, devaluando la palabra. Justamente, a la hiperinflación económica, la hay del verbo. Y para la verborrea no se encuentra, escaso como está todo, el remedio o medicamento: sensatez.
Dinámica perversa. Pólvora del lenguaje. Violencia de la palabra artificial y artificiosa.
(LB)
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