viernes, 15 de diciembre de 2017

REITERACIÓN

De una supuesta fijación esequibana
Luis Barragán

Curiosa recepción de un par de mensajes, se dice de una fijación del suscrito sobre el tema esequibano, dando ocasión a algunas conjeturas dizque psicológicas. Quizá se deba, además, por el énfasis que le hemos puesto al asunto en los últimos días.

Énfasis cierto, porque ya se está cumpliendo el lapso perentorio que la Secretaría General de la ONU fijó el 16 de diciembre de 2017 para remitir el caso a la Corte Internacional de Justicia, en el supuesto de que, concretamente, Guyana no decida lo contrario. Huelga comentar de la otra gravedad que adquiere el problema, señalada con motivo de  la exitosa y reciente presentación de “La cuestión Esequibo”, título editado por la Universidad Metropolitana, y en la última rueda de prensa del año, realizada desde la sede legislativa por la fracción 16-JUL.

El ejercicio de nuestra responsabilidad parlamentaria también obliga, pues, tan variados y contradictorios los problemas fundamentales del país, por más que unos presionen y se impongan a otros, debemos atenderlos de acuerdo a las posibilidades de una Asamblea Nacional que funciona según la inaceptable anormalidad que caracteriza a todo el país y sus instituciones. Por ejemplo, la histórica y legítima reclamación territorial ha de conjugar los saberes técnico y político para una construcción del sentido común que, en lugar de la absurda e inútil rivalidad, promueva el entendimiento de la academia con los asambleístas; por cierto, modestamente lo citamos,   ha sido motivo de una particular reflexión (http://www.estudiosconstitucionales.com/REDIAJ/REDIAJ-8.pdf). 

Permítannos un cierto tono testimonial, pues, cuando fuimos elegidos en 2010, nuestro propósito fue el de auspiciar una actualización constitucional de las leyes militares y, en lugar de la Comisión Permanente de Defensa, fuimos destinados, ya que el Reglamento de Interior y Debates autoriza al presidente del parlamento para decidirlo, a la Comisión Permanente de Cultura. Y en ésta, luego, principalmente dedicamos nuestros esfuerzos a la discusión de la Ley Orgánica de Cultura, como más tarde, ya en la Comisión Permanente de Administración y Servicios, afrontamos sendas propuestas legales en materias como la de comercio electrónico y la del correo postal: de un modo u otro, sobrevive en las redes muestra suficiente de estas actividades.

Claro está, múltiples los temas que ocupan o deben ocupar a un parlamentario, a la postre tiende a especializar o a privilegiar la vocería, como siempre es aconsejable. En nuestro caso, además del obvio asunto político, hubo y hay otros que frecuentamos, como las alusivas al ámbito militar, cultural y fronterizo.

Ocurrió algo significativo con el Esequibo del cual sólo teníamos el sentimiento y el conocimiento escolar, porque apoyamos la iniciativa de María Corina Machado de denunciar la displicencia del régimen venezolano, impulsar el Proyecto de Ley de Promoción y Defensa de la Fachada Atlántica, y de apersonarnos en tierras venezolanas más allá del Cuyuni.  Sensibilizados por el tema, lo fuimos estudiando desde 2014, pero nunca imaginamos que ella, María Corina,  una de sus mejores abanderadas, fuese destituida administrativamente como parlamentaria en clara violación de la Constitución.

Iniciado 2015, ya nos había contactado la  primera de varias organizaciones especializadas de la sociedad civil,  un sector de la academia y el abogado Sergio Urdaneta, amigo de muchos años, que trabajaba un proyecto de Ley sobre el Estado Esequivo (SIC). La oposición insistió en tratar el problema a cámara plena y, a pesar de las postergaciones del oficialismo, fue irremediable dar el debate y que asistiera Maduro Moros para un largo mónologo, antes o después de ese debate (no lo precisamos, ahora).

La propia dinámica parlamentaria, nos llevó a profundizar en la cuestión y no hubo intervención alusiva, sin la correspondiente preparación. A tal punto que, además de las leyes de Fachada y de Estadidad, logramos la propuesta de una reforma puntual de la Ley Orgánica de Seguridad y, todavía debe recordarlo nuestro amigo Freddy Marcano, por entonces diputado del estado Mérida, inutilizados los servicios postales de la Asamblea Nacional, luego de consignados por Secretaría, con santa paciencia, personalmente entregamos copias destinadas al presidente de la Asamblea Nacional y de la Comisión de Política Exterior, al presidente de la República y sus ministros de Relaciones Exteriores, Interior y Justicia y de Defensa, así como a los comandantes generales de cada componente, para que no quedase  duda alguna de una iniciativa bien intencionada, técnicamente solvente, clara y patriótica.

Por supuesto, no ocurrió nada. A finales de 2015, fuimos invitados a un foro de alto nivel académico en la Universidad Simón Bolívar y, apartando un poco de tiempo, ya que comenzaba la campaña electoral parlamentaria, fijamos nuestra postura al compartir un panel calificado, compuesto por los doctores Luis Alberto Buttó, José Alberto Olivar, Manuel Donís, Claudio Briceño Monzón y Germán Guía.

Cumplido el plazo de cinco meses para sustanciar lo que fue nuestra ponencia, nos invitaron a participar en un libro relacionado con el Esequibo Literalmente concursamos en una obra de carácter académico que, como toda que se repute de tal, fue sometida al arbitraje, y, desde nuestra perspectiva política y parlamentaria, aprovechando las numerosas notas que ya habíamos acumulado, sobre todo de los Diarios de Debates del viejo Congreso y de sus cámaras en décadas anteriores, salimos adelante aunque quedaron muchas cosas en el tintero.

Desde el inicio de 2016, nos comprometimos con diversos foros, discusiones e intercambios con las organizaciones de activistas a favor de la causa esequibana e, incluso, dimos el  discurso de rebautizo de la avenida La Guairita por el de El Esequibo, en el municipio Baruta. Intentamos desarrollar una actividad específica en la Comisión de Política Exterior que, al privilegiar otras materias, ya no era atractiva: después de la comparecencia de Roy Chaderton a una sesión  a puertas cerradas de la Comisión, en la que no respondió a nuestros requerimientos, nos resignamos en tres o cinco oportunidades más a pedir infructuosamente por escrito,  la consideración del tema.

Hasta la presente fecha, han sido muchas las tareas desarrolladas que puede sintetizarse en la propuesta hecha en la plenaria aniversaria del Acuerdo de Ginebra de febrero de 2017: una Comisión Especial de seguimiento al caso esequibano como Política de Estado. Conscientes de la correlación de fuerzas en la Asamblea Nacional, por lo que no demandamos nunca presidirla, ratificamos inútilmente por escrito nuestra propuesta a la presidencia de la Asamblea Nacional y de las Comisiones de Política Exterior, Política Interior, Defensa y Ambiente.

El tiempo siempre es escaso, pero el suscrito tiene por hábito escribir con alguna regularidad. Y, aunque son distintos los temas que suelen ocuparnos, el Esequibo ha estado presente en esta etapa de la vida política, en la que, por medianas a altas responsabilidades que tenga, el dirigente más de las veces no elige previamente varios de los motivos de su lucha.

Quisimos que más parlamentarios nos acompañasen en esta línea de trabajo y, como vimos en la última rueda de prensa del año, la Fracción 16 de Julio la ha asumido decidida y militantemente. Ojalá fuesen más los diputados y ojalá fuesen más las organizaciones de la sociedad civil y los sectores académicos interesados. Por consiguiente, no hay fijación alguna, sino la asunción de una responsabilidad insoslayable.

15/12/2017:

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