EL NACIONAL, Caracas, 25 de diciembre de 2017
Antecedentes coloniales del voto en Venezuela
Alberto Navas Blanco
El sistema electoral venezolano cuenta con más de dos siglos de historia e. igualmente, posee unos antecedentes muy significativos en el período colonial tardío, es decir, la últimas décadas del siglo XVIII. Por una parte, se debe tener en cuenta que dentro de las instituciones monárquicas, municipales y algunas religiosas ya se recurría al mecanismo de votación para la toma de decisiones que apoyaban la funcionalidad de la propia maquinaria monárquica durante todo el período de dominación española, pues desde la propia antigüedad el uso del voto como instrumento político ha sido complementario en la existencia de estructuras monárquicas, como en lo antiguos Comicios Curiados de Roma, que posteriormente evolucionaron hacia las formas republicanas luego de la “revolución” de 609 a. C. Por otra parte y para los efectos de este breve artículo, nos interesa destacar la práctica del voto electoral en el seno de la Universidad colonial de Caracas, más que como antecedente, en realidad como preparativo causal de la posterior evolución republicana venezolana.
Empecemos por citar un fragmento de la real cédula del Rey Carlos III dada en San Lorenzo del Escorial el 4 de octubre de 1784: “Que el Rector de la Universidad jamás deberá ser regular, sino que siempre ha de recaer este empleo en secular, una vez lego y otra eclesiástico, cuya elección se ha de hacer en Claustro pleno de doctores para que con esta alternativa sucesión no llegue el caso de que se introduzcan abusos y después permanezcan bajo el título de costumbre” (1). En estas pocas palabras, que en sí mismas son ley, el rey despojaba al cancelario de la Universidad, quien era simultáneamente el maestrescuela de la Catedral de Caracas, del poder político sobre la Real Universidad de Caracas, al ya no detentar la facultad de designar al rector. En su lugar la real cédula prescribe un proceso de votación en el seno del claustro pleno de doctores, donde asistían los titulados con el doctorado, fuesen catedráticos o no; igualmente prohíbe a los miembros de las órdenes religiosas postularse para el cargo rectoral, estableciendo un principio de alternabilidad entre legos y eclesiásticos.
Sin que estemos hablando en ningún momento de un Carlos III prorrepublicano, aunque sí de un reformista monárquico con visión liberal en algunos aspectos políticos y sociales que permitiesen la estabilidad, continuidad y engrandecimiento de su reinado. Pues, por todo ello el uso en la real cédula de las palabras “elección” y “alternativa sucesión” no son un simple capricho de lenguaje, mucho menos en un sistema monárquico de tendencia absoluta, donde la palabra real era ley y se usaba con un cuidado extremo. Son parte del lenguaje político del siglo XVIII, elección y alternabilidad acompañarán también la dinámica histórica venezolana de los siglos XIX, XX y XXI. Pero en el caso de nuestra Universidad de Caracas, aunque se trataba de unas votaciones claustrales y colegiadas, pero con todo el rigor de la ley real, observamos ya las prácticas precursoras de la república que llegaría 26 años más tarde. La universidad, es una institución republicana en sí misma desde la Edad Media, por sus fueros autonómicos y por su funcionamiento interno en la administración del poder académico entre estudiantes y profesores, por ello no tiene nada de extraño que desde el seno de la Universidad de Caracas surgiera la semilla de la inminente república independiente de comienzos del siglo XIX. No se trata solamente de enaltecer el aporte de próceres como el profesor universitario Juan Germán Roscio como autor del Acta de la Independencia, del papel de Felipe Fermín Paúl como enlace entre la Universidad y el poder republicano, o del papel constructivo del Dr. José María Vargas o del ejercicio de la primera presidencia republicana en Venezuela por el Dr. Cristóbal Mendoza. Se trata principalmente de destacar la construcción de la república independiente en manos de los 2.576 egresados que salieron de nuestra universidad caraqueña entre 1725 y 1821. Algunos apenas iniciaron sus estudios, como Francisco de Miranda, otros los continuaron arduamente, como Andrés Bello, pero todos llevaban en su interior la marca universitaria de índole esencialmente republicana.
Nuestra universidad no es solamente anterior a la República, sino causa principal de ella, en profesionales, conocimientos e ideas. Entre ellos, la matriz inicial de nuestra vida electoral tan conflictiva y compleja. Aquella republicanidad primaria en el seno de una monarquía colonial evolucionó hacia buenos resultados en 1810 y 1811; más de dos siglos después nos encontramos en una peligrosa situación de posrepública con deterioro de la vida material y espiritual de los venezolanos; donde estamos obligados a rescatar el valor esencial del voto y de los procesos electorales como paso previo a las demás soluciones. Afortunadamente, tenemos una tradición republicana desde ese pasado colonial, consolidada en 1811, desde entonces esa República solo fue suspendida por las fuerzas militares de Monteverde, Boves o Morillo, pero nunca fue abolida por los propios venezolanos; es decir, que seguimos viviendo en la primera y única republica que hemos tenido.
(1) Cedulario de la Universidad de Caracas, Caracas, Compilado por Ildefonso Leal, Facultad de Humanidades y Educación UCV, 1965, p. 257.
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