jueves, 7 de diciembre de 2017

TIEMPO DE ESPERA

Érase la buena praxis parlamentaria
Guido Sosola

Solemos olvidar que, aunque pocos hoy lo crean, tuvimos una larga y rica tradición parlamentaria. Al finalizar el siglo anterior, gracias a una onerosa campaña de desprestigio, la antipolítica se la llevó por el medio y no queda otro camino que el de un lento y penoso aprendizaje electo en 2015 que aún no lo cree.

Lo digo porque la semana pasada, la sesión ordinaria de la Asamblea Nacional, concluyó por una penosa circunstancia que ojalá la última haya subsanado. En dos platos, aprobó sin quorum y, menos, debate, el acuerdo favorable al diálogo de República Dominicana; además, no hubo la consideración y aprobación del informe de la comisión de seguimiento designada, impidiéndole hablar a un representante de la novel fracción 16-JULIO.

Por supuesto, la historia del Congreso está llena de situaciones accidentadas, discusiones atropelladas, pero son muy contados los casos en los que no se cumplieron las debidas y mínimas formalidades parlamentarias. Éstas, como ocurre con las solemnidades de una sentencia judicial y el asiento notarial o registral, no se entiende sin el fiel cumplimiento de las formas.
Hubo momentos en el pasado que, a pesar de todos lospesares, se impuso la buena praxis parlamentaria: por ejemplo, promulgada la Constitución recientemente, hubo que suspenderla generando un debate en el Congreso que duró hasta la una de la mañana del 1º de febrero de 1961; no le quedó más remedio que, aun ausentándose de la cámara, aceptaran las fuerzas del gobierno la pérdida del control de Diputados en marzo de 1962 o la del Senado en marzo de 1968; irremediable, se investigó el caso de Alberto Lovera en 1965; volvió a reactivarse el cuerpo, dándole sentido al Reglamento Interior y de Debates, con la crisis asociada la reforma tributaria de 1966; se contó hasta el último voto con el Sierra Nevada en 1981. Hubo numerosas investigaciones que se diluyeron, incluyendo intervenciones históricas como las de José Rodríguez Iturbe y  Alfredo Coronil Hartmann sobre el destino del sistema democrático en los noventa que los diputados omitieron procedimentalmente, quedando sólo en discursos.

Con todo, érase la buena praxis parlamentaria que hoy, si desea reivindicarse ante la dictadura, la debe recuperar los asambleístas, recuperando el tiempo perdido en sandeces e improvisaciones. Significa recuperar la confianza de la ciudadanía, pues, inocultable, está desencantado con esta Asamblea Nacional que no debe cohabitar con la tal constituyente.

Reproducción: El ministro Carmelo Lauría. Reportaje sobre el mensaje presidencial. Resumen, Caracas, nr. 124 del 21/03/1976.
06/12/2017:

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