lunes, 9 de junio de 2014

PEDRERÍA

Del abdicante y entrante
Luis Barragán


Consabida, la abdicación de Juan Carlos parece abrir un nuevo sendero en la península que recibirá a Felipe como rey.  Está inmediatamente precedida por el escándalo de los negocios familiares y hasta de la afición por la caza de elefantes, aunque la sola conducta que ejemplificó aquél con la intentona de Tejero,  parece compensarlo.

Franco encabezó un larguísimo período de transición que, al exaltar a la España Sacra e Imperial,  desconociendo a Juan de Borbón, a la postre convirtió en monarca a su hijo.  Y a éste, le tocó sortear las más variadas dificultades para contribuir al establecimiento de una democracia que, suele olvidarse, tuvo por pilar los fructíferos pactos de La Moncloa.

De Felipe de Asturias sabemos por su frecuente participación en los actos de transferencia del poder en América Latina, amén de sus discursos con motivo de la concesión de los acreditados premios anuales que llevan su nombre. Empero, retenemos todavía la imagen del imperturbable príncipe que se apersonó en el propio escenario de la tragedia acaecida en el estado Vargas, años atrás,  frente a la incontinencia verbal de Chávez Frías, trastocado el padre Borbón en casi un compañero de los juegos de dominó o bolas criollas, faltando a una mínima y deseable  formalidad de Estado.

Obra a favor del heredero, una prolongada preparación y un sentido de sobriedad que echamos de menos en este lado del mundo. Sin dudas, requisitos indispensables para perfeccionar el olfato político y entrarle a materias tan arriesgadas como Catalunya, la crisis económica o la reforma constitucional, por no mencionar el creciente sentimiento republicano, también marcado desastrosamente por la historia y que, además, simpatizándonos, lo sabemos también una ventana para proyectos que muy luego lo demuelen.

En la Venezuela cada vez más aislada, colgada de una ventanilla digital que amenaza con cerrarse, ya la política española no goza de la vecindad que concedían revistas como Cambio-16 o Interviú de gran circulación en el pasado, como tampoco cuenta con la versión original de Hola para los más banales o Claves de Razón Práctica para los espíritus reflexivos y críticos. No obstante, más allá de los oropeles, de un modo u otro continuamos pendientes de la riqueza del debate democrático peninsular y de la futura actuación del rey Felipe VI.

Concluyendo esta nota, nos enteramos de la visita del presidente mexicano a Madrid y, eco de su encuentro con la viuda de Manuel Azaña, décadas ya,  Juan Carlos recordó su encuentro con el exilio al que pidió su contribución para un nuevo destino compartido.   Los llamados transterrados, los que dolorosamente esperaron la caída del franquismo, la que supusieron a la vuelta de la esquina, hicieron un magnífico aporte al país que los acogió, pero muy luego fueron convocados a la reconciliación ibérica y, con todos los yerros y malentendidos, el monarca puede exhibir su formidable contribución histórica.

Lejana y cercana a la vez, afantasmada en cualquier rincón, la guerra civil todavía arroja lecciones. Unidad, reconciliación, reencuentro, y todos los términos equivalentes, por siempre  expresan una meta política fundamental.

Fuente:
http://opinionynoticias.com/internacionales/19601-del-abdicante-y-entrante
Ilustración: http://elbuscadordelaverdad.blogspot.com/2013/08/en-espana-los-partidos-politicos-son-el.html

Breve post-data LB: ¿Después del trono, partidos, etc., qué?

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