sábado, 14 de junio de 2014

BREVE SELECCIÓN CASTRENSE (5)


En los últimos años, ha surgido una interesante – aunque insuficiente – bibliografía sobre el fenómeno castrense en Venezuela, cumplidas las necesarias exigencias académicas que la materia merece.  Domingo Irwin, Ingrid Micett,  Luis Buttó,  Alejandro Cardozo,  Hernán Castillo, Frédérique Langue, entre otros nombres, coinciden en una indispensable iniciativa editorial que, sostenemos, todavía no adquiere la relevancia nacional necesaria, a pesar de encontrarnos bajo un régimen de acusadas características militares.  Empero, deseamos mencionar brevemente tres títulos de interés.

En los lejanos ochenta del siglo pasado, apareció el ensayo histórico de  Eduardo Schaposnik, catedrático de la Universidad de La Plata, quien hizo una interesante relación para desembocar en la democratización de las Fuerzas Armadas. Título avalado por la Fundación Gonzalo Barrios y el ILDIS, fijó – si mal no recordamos – el análisis convencional que ameritó el asunto en los años anteriores de una solidez que, después, los hechos demostraron como circunstanciales. Vale decir, las apariencias engañaron, porque – quizá por la conclusión de la Guerra Fría -  no advertimos los cambios experimentados, asociados a la debacle económica de un modelo exhausto al finalizar el siglo y que Mirtha Rivero, en “La rebelión de los náufragos”, sintetiza extraordinariamente al aportar la otra perspectiva de una ya larga crisis


Por cierto, a mediados de la aludida década, hubo un escándalo que partió de las aulas universitarias, pues, el coronel José Machillanda, cursante de una maestría, centró su tesis en las relaciones y vicisitudes entre los poderes civil y militar. El ojo editorial de José Agustín Catalá, en tiempos de una franca libertad para publicar que contrasta con el presente, lo llevó al gran público con prólogo de José Vicente Rangel, quien también había invertido tinta y verbo sobre el tema, como luego repetiría con portales como el posterior ensayo de Machillanda sobre el “Nuevo intervenionismo: la desmilitarización del continente”. Después, no coincidirán ambos nombres.

En la primera década del presente siglo, Oscar Battaglini asume la seguridad y defensa, estableciendo un contraste con la doctrina heredada y la que concibió y adelantó Hugo Chávez. Digamos que pasó por debajo de la mesa y no precisamente por sus planteamientos, consistentes así discrepemos en el marco ideológico, sino por esa indiferencia y temor generalizado que la cuestión genera, al igual que otras cuestiones fundamentales. Vale decir, sin contraparte, esas ideas fundamentales, dignas de la polémica, pasan por debajo de la mesa.

Obviamente, hay una corrlación entre la libertad y la calidad del debate público y la Fuerza Armada Nacional que no es fácil soslayar. La versión oficial es la que corre ampliamente, incluyendo la tinta de Jacinto Pérez Arcay, ampulosa sobr el fenómeno que no, crítica. Y ésto es lo deseable. La propia prensa escrita y digital, experimenta el problema. No hay modos de plantear eficazmente el asunto. Nuestra modsta experiencia parlamentaria apunta a la sordera cuando nos referimos a la corporación castrense. Evidentemente, hay cautela en unos y, en otros, ignorancia en la cuestión. Es lo que percibimos. Por ejemplo, el diputado Alfonzo Marquina y el suscrito, en distintas ocasiones, hemos ventilado el problema de la creación de empresas mercantiles para el desempeño castrense. La rspuesta del gobierno en la Asamblea Nacional, ha sido pobre. Y, a veces, ridícula. Es necesario decirlo. a la diferencia que tengamos con el autor, Cuando hemos tenido ocasión de leer los viejos debates parlamentarios, por lo menos, sobresale el contraste. Había sobriedad en el tratamiento de la materia. Por ahora, ligereza y repetición enfermiza de las consignas. Con tododa la diferencia que tengamos con el autor, Battaglini - por mencionar un nombr - debería actualizarlos y orientarlos dándoles - por cierto- otro lenguaje.

LB

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