Lo acontecido recientemente en Nicaragua, se siente en demasía acá. La represión no es en nada distinta a la que ejerce y no teme de ejercer la dictadura venezolana. Sin embargo, las generaciones más recientes, suelen desconocer cuán lejos llegó la solidaridad venezolana con la causa democrática anti-somocista y cómo pagó el sandinismo a ese pueblo que los vió como una esperanza. Acá era natural ver a ¿Tomás Borge, se llamaba? y otros líderes de gobierno u oposición, familiarizados con nuestra opinión pública. Con los años, después de lo ocurrido con la Chamorro, esa solidaridad se redujo al club de las dictaduras, enlazándose el pedófilo de Ortega con su padre cubano y sus hermanos de Brasil, Bolivia, Argentina y, por supuesto, Venezuela. Una hitoria terrible, simplificada por Chávez Frías, grotescamente. Y, nada casual, de capítulos finales tan parecidos.
(LB)
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