domingo, 20 de mayo de 2018

MÍTICOS '60

Los Beatles en perspectiva
Siul Narragab


Puede aseverarse, pertenecemos a una generación de la transición musical urbana, pues, apenas lo recordamos, siendo  muy niños, los hermanos mayores preferían hacer las fiestas de casa bailando con la Billo, aunque poco a poco, ya se colaba un disco de Los Beatles. Será después, en los tempos de la escuela, al regresar a casa, en una ocasión, cuando descubrimos un sencillo de 45 RPM que, por un lado, traía Hey Jude y, por el otro, All you need is love, exponiéndolo frecuentemente en un picó con alto volumen. No obstante, a los muchachos de mayor edad del edificio,  gustaban más de las celebridades del festival de Woodstock, añadido el constante  lamento de la temprana desaparición física de la Joplin, Morrinson o Hendrix, cuyas canciones solian en el radio de transistores.

Concierto de Bangladesh mediante, nos familiarizamos más con George Harrison que con el resto de la banda, con el adicional descubrimiento de Bob Dylan, y siempre le reconocimos, como le reconocemos, el aporte que hicieron Los Beatles a la música popular. Nadie, en su sano juicio, negará sus novedades y atrevimientos que, en su momento, contribuyeron a un espectacular reimpulso de la industria discográfica, promoviendo y también legitimando las innovaciones de otros grupos de rock, pero de ahí a no explicar el mundo sin ellos, a lo Alfredo Escalante, hay una considerable distancia sideral.

Los años no pasan en vano y el cuarteto de Liverpool tiende a ocupar su adecuado lugar en nuestros gustos personales, porque tampoco son la tapa del frasco,  si a ver vamos, excepto que se diga de las novedades que en su momento impusieron y, no obstante, hubo bandas que muy bien le competían.  Es más, sin que esto le reste mérito alguno al cuarteto, puede decirse que Los Beatles fueron realmente uno solo: Brian Epstein, el manager.

Buenos compositores de voces espléndidamente comerciales, como lo demostraron después de su desaparición como banda, con la incursión individual en la industria, reconozcamos que fue un proyecto magníficamente comercializado partiendo de la competitiva materia prima que representaron.  La extraordinaria promoción de la banda y, sobre todo, las histéricas demostraciones de admiración que incluyeron no pocos desmayos de adolescentes en sus presentaciones en vivo, se integran a una exitosa jugada de  laboratorio:  la melena, por cierto, cuidadosamente cortada, y la definitiva asimilación de la estética del pop-art en auge, se unió al poderoso estímulo de una esquizofrénica persecución del grupo por sus fans, como se nota en una que otra  película.

Melodías muy gratas y letras interesantes, aunque de dudoso lirismo, más allá del timbre promedio de las voces, lograron un magnífico aporte con sus arreglos. Canciones como Strawberry fields forever, ahora nos atraen más por el arreglo, con el literal complemento de las voces; y, quizá es el aprendizaje a la larga, nos conducen con más seguridad a la música académica o al jazz.

Convengamos que el ascenso fulgurante de Los Beatles, coincidió con la consabida época que también hizo de la protesta una industria. Bien intencionada o no, las manifestaciones contra la guerra, a lo John Lennon, fueron convencionales, dejando intacta a la vanguardia que miró como una curiosidad su desnudo junto a Yoko Ono, algo distinto al perfomance en la azotea y su vibrante Don't let me down.

Otra faceta importante del grupo fue la de una cuidadosa, organizada y disciplinada atención a sus intereses, porque la Apple Corps se convirtió en todo un modelo de gerencia y, además, la empresa igualó en los beneficios a todo el cuarteto, como no ocurrió en otras bandas, aunque se dijera de Harrison y  Ringo Starr como figuras anexas a Lennon y Paul McCartney.  Fue tanto, y aún es el celo comercial, que jamás la corporación malbarató al grupo que no daba puntada sin dedal, cuando de ganancias se trataba, y libra todavía una constante batalla en las redes por retirar los videos que no le tributan: mala, pero ilustrativa comedia, el filme argentino  “Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo” de Mariano Cohn & Gastón Duprat (2010),  al versar sobre una regresión al pasado, cuenta cómo el protagonista perdió un juicio con Lennon a propósito de los derechos de Imagine.

20/05/2018:
http://www.opinionynoticias.com/opinioncultura/32653-narragab-s
Fotomontaje: Atribuido a Josemaría Marrero (Facebook, 2012).

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