domingo, 11 de mayo de 2014

VIEJA SUPOSICIÓN

ÚLTIMAS NOTICIAS, Caracas, 11 de mayo de 2014
Caracas crónica 
Stalin, el hijo de Gómez
Eloi Yagüe Jarque

A veces, la historia da giros inesperados y permite, entre sus múltiples pliegues y circunvoluciones, el surgimiento de la ficción
La leyenda pone en movimiento una carreta de gitanos en el norte de Santander, Colombia, muy cerca de la frontera con Venezuela. Los gitanos son un pueblo de origen desconocido, aunque algunos señalan que provienen de la India. Sin embargo, es característico su nomadismo, que los ha llevado a repartirse por buena parte de Europa y algunos países americanos, entre ellos, Colombia. De hecho, en Cien años de soledad, Gabriel García Márquez los sitúa en Macondo, donde una vez por año llegaban con sus coloridas tiendas y sus carromatos, leyendo las cartas, ofreciendo espectáculos circenses y sesiones de magia, y vendiendo artículos nunca antes vistos, como el famoso hielo de Melquíades.
En una de esas visitas habría venido con ellos una muchacha de Georgia, un país situado entre dos mares, el Negro y el Caspio, que limita al norte con Rusia y al sur con Turquía, Armenia y Azerbaiyán, por lo que es considerado un puente entre Oriente y Occidente. En la antigüedad formó parte de la Ruta de la Seda.
Juan Vicente Gómez era un joven tachirense nacido en La Mulera en 1857, que se dedica a la política y debe exiliarse, junto con su compadre Cipriano Castro, en Colombia, estableciéndose en dos haciendas cercanas a la frontera con Venezuela. En el exilio permanecerán desde 1892 hasta el 23 de mayo de 1899, fecha en que inician la Revolución Liberal Restauradora que los llevará al poder, primero a Castro y luego a Gómez, quien gobernará desde 1908 hasta 1935.
La ficción sitúa a un Juan Vicente Gómez visitando uno de esos circos gitanos, acaso leyéndose el tarot con la zíngara cuyo exotismo sin duda llamaría la atención del tachirense. Estamos en febrero o marzo de 1878. Nueve meses después, el 18 de diciembre, nacería en Gori, ciudad georgiana cerca de la capital Tiflis, Iosif Vissarionovich Dzugashvili, mejor conocido como José Stalin. ¿Fue acaso uno de los 63 hijos que tuvo Gómez y que, según quienes lo conocieron, llevaba anotados en un cuaderno, así como las mujeres con las que tuvo relaciones?

Lo que sí parece cierto, porque los historiadores lo señalan, es que Stalin era hijo del zapatero Vissarion Dzhugashvili y Yekaterina Gueladze, ama de casa, a quien apodaban Keke, casados el 27 de mayo de 1872 en Gori, con 22 y 17 años, respectivamente.
Entre otros, se han señalado como posibles padres de Stalin a su padrino Koba Egnatashvili, a un jefe de policía de su localidad natal llamado Davrichewy, a un sacerdote también de su lugar llamado Charkviani, al explorador Nikolai Przhevalski y hasta al emperador Alejandro III. Esta incertidumbre que anotan los biógrafos de Stalin alienta la tesis de la paternidad gomecista. Pero Keke no era artista sino lavandera y nunca viajó a América.
El niño Iosif se caracterizaba físicamente tanto por su fragilidad como por tener el segundo y tercer dedos del pie izquierdo unidos por una membrana. Le gustaban mucho las flores y la música. Sin embargo, la sensibilidad del pequeño fue cortada de raíz por un padre alcohólico y abusivo que le pegaba tanto a él como a su madre. Uno de los amigos de juventud de Stalin, Ioseb Iremashvili, escribió en 1932 que “esas palizas inmerecidas y despiadadas hicieron al niño tan duro y falto de corazón como su padre”. El amigo agregaba que nunca vio llorar a Stalin.
Gómez anticomunista, Stalin comunista, murieron en 1935 y 1953, respectivamente. Lo que en verdad tuvieron en común -además del bigote- fue la crueldad con que gobernaron sus países.

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