domingo, 18 de mayo de 2014

BREVE ROMPECABEZAS

EL NACIONAL, 2 de febrero de 2001 / Opinión
Fechas históricas y fachas antihistóricas
Jesús Sanoja Hernández

Tres fechas del siglo XIX fueron escogidas como históricas por los gobiernos de José Tadeo Monagas, Antonio Guzmán Blanco y Cipriano Castro, y las tres murieron al finalizar sus respectivos mandatos. Revestidas de revoluciones en sus inicios y durante sus cortos períodos de vigencia alabadas por los corifeos de turno, eran más fachas que fechas, porque si bien el término facha viene del latín facies (es decir: faz), convertido en el faccia italiano, en nuestro idioma, familiarmente, significa adefesio o mamarracho.
El 24 de enero de 1848, día del "asalto al Congreso" por las tropas de Monagas, mereció un inteligente estudio, como todos los suyos, de Enrique Bernardo Núñez, y ha sido debatido, tanto en su origen como en su proyección, a lo largo de siglo y medio, con sus dos años bolivarianos añadidos. Por ejemplo, Próspero Ortiz, seudónimo utilizado por Pedro Ortega Díaz en un semanario de los tiempos de Leoni, lo juzgó, al compararlo con "el golpe de Estado contra el Congreso" (30 de septiembre de 1963), al que Betancourt había apelado como réplica por lo de El Encanto, como respuesta necesaria de los liberales a la ofensiva de los godos u oligarcas para reconquistar el poder. Y para él, ese 30 de septiembre equivalió a lo contrario: un retroceso en el proyecto democrático que había despuntado el 23 de enero de 1958.
Monagas, en su menaje del 29 de enero de 1849, al revisar su primer bienio de gestión, recordó que había dos "pensamientos opuestos" en el proceso político de entonces: al alineado con Bolívar, fiel al patriotismo acendrado, "al hombre extraño a la escuela corrompida de tantos años y a los cálculos de la ambición", y ése, por supuesto, era el suyo; y el otro, que buscaba "la espada que sirviese de instrumento para militarizar la República, para encadenar la prensa, para arrancar el sufragio a los ciudadanos". Monagas proclamaba que él no podía ser traidor a la revolución americana, ni a Bolívar, ni a los pueblos de Venezuela, pero a la vez arremetía, como Chávez, contra Páez, aunque la lejanía de los tiempos haya creado la paradoja de cierto antimilitarismo militante que en el primero parece ausente. No quisiera entrar en detalles acerca de cómo los lanceros del "bravo general Muñoz" derrotaron al traidor Páez, cabecilla de la oligarquía, en Los Araguatos, porque aquella rebelión (afirmaba Monagas) había acaecido "el aciago 4 de febrero", día en que el 2001 está a punto de convertirse en símbolo de la tercera independencia, ya que la segunda, en el diccionario de Betancourt, se inició el 18 de octubre de 1945.
Otra fecha que pretendió en el siglo XIX incorporarse a la historia con la misma categoría que el 19 de Abril, el 5 de Julio o el 24 de Junio, fue el 27 de abril, como recordatorio de la entrada a Caracas, en 1870, del general Guzmán blanco. Abril comenzó a escribirse con maýuscula y acompañado del 27 se convirtió en fiesta patria y en nombre de puentes, calles y plazas, en franca competencia con denominaciones que aspiraban la eternidad, verbigracia las de Guzmán Blanco e Ilustre Americano. Así llamaron incluso a puertos, acueductos, paseos, vapores y hasta estados, como el Guzmán Blanco incluido en la Constitución de 1881. Pero, como día histórico, el 27 de abril ni siquiera pudo trasponer la década de los 80. Las estatuas de Guzmán, la de El Calvario y la de la esquina de San Francisco, a las que el pueblo mentaba "Manganzón" y "Saludante" respectivamente, fueron derribadas por los estudiantes y sus seguidores.
La tercera jornada decimonona con fachada o facha histórica fue la del 23 de mayo de 1899, que desde la entrada de Castro a Caracas, en octubre de aquel año, empezó a reescribirse con máyuscula: 23 de Mayo. En tal día, según lo exaltaba El Cabito en su mensaje a la Constituyente de 1901, "un puñado de valientes, apenas 60 en número, pero inmensos en arrojo y radiantes de heroica abnegación", invadió por el Táchira para restaurar las instituciones y dar inicio a otro país, el de "nuevos hombres, nuevos ideales, nuevos procedimientos". Castro le atribuyó tanta importancia al 23 de mayo como al 5 de Julio al punto de decretar amnistía en ambas fechas.
La gran equivocación de aquellos que triunfaron en invasiones, rebeliones o golpes de Estado y que luego fueron presidentes elegidos o autoelegidos, es la de equiparar el día de sus aventuras político-militares con las fechas fundacionales de la nación. Francia celebra en grande el 14 de Julio porque allí está el límite entre la monarquía y la república, Estados Unidos el 4 de Julio porque en 1776 los padres fundadores firmaron la Declaración de la Independencia. Y Venezuela el 19 de Abril y el 5 de Julio porque son dos eslabones de la férrea cadena que, al unirse con el 24 de junio de 1821, transformaron dos actos declarativos en una realidad política e institucional. Son símbolos de grandes rupturas y enormes afirmaciones, no episodios de luchas intestinas, revueltas armadas o revoluciones que, al proclamarse como tales, confunden fenómenos pasajeros con otros de real carácter histórico, donde lo que define es la permanencia y no la contingencia.

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