Pater noster
Luis Barragán
Prolongado, el ejercicio del poder inspira las más atrevidas empresas de adulación que, incluso, le conceden visos doctrinarios cuando trata y da alcance a los familiares e íntimos relacionados de las autoridades, por más locales que fuesen. No hay sociología política que reputemos de tal, si no da cuenta de la extraña dinastía que concede argumentos y legitimidades a una continuidad que pasa casi por un examen genético, aunque algunos lo reclamen hematológico, por muy republicanos que nos digamos.
El ejemplo histórico mejor conocido, aparentemente distante y olvidado, es el del largo período gomecista. Bastaba el apellido, comprobadamente vinculado al pater familiae de La Mulera, aunque no hubiese completado el reconocimiento formal de sus hijos – antes llamados – naturales, para demandar privilegios, canonjías e inciensos. Empero, se impone una inicial distinción.
Por una parte, el nepotismo que tuvo por momentos culminantes los del nombramiento y la justificación vicepresidencial de Juancho, José Vicente y Alí Gómez, convertidos así en el partido de sucesión de Juan Vicente. Y, a pesar de las consabidas circunstancias que deshicieron tamaña prevención, no hubo impedimento para que los herederos – directos e indirectos – controlasen el circuito aduanero del país o el de la comercialización de los licores, por no citar la insigne terrofagia de la estirpe que ya no necesitaba de las altas dignidades de la Gaceta Oficial, aunque ulterior y desesperadamente Eustoquio pretendió hacerse de los títulos de conducción del propio Estado.
Por otra, el mitificado linaje, por conveniente empeño y desempeño de la crónica social, sustentado ya por una insospechada riqueza petrolera, abría las puertas de los favores y prebendas que ya no ocupaban al pater noster. Otro ejemplo, favorecida la rama familiar, Florencio y Hermenelgida Gómez Núñez frecuentaban los escasos medios escritos y los abundantes saraos hogareños necesitados del continuo visado político, aunque – suele ocurrir – después debieran apresuradamente marcharse del país, pues, no podían arriesgarse a la lenta y pacífica disolución de garbos y prestancias que, al parecer, sólo prometen los gobiernos de mediana duración.
Fallecido Juan Vicente, antes de la trascendental protesta popular de febrero de 1936, por incómodo o fastidioso que fuese, era imprescindible acuñar con su apellido cualquier acto de gobierno, concediendo acaso posiciones subalternas a los vástagos que no dudaban de la firmeza de una herencia largamente labrada. Y, por un breve lapso, sirvieron de pasaporte político para las nuevas diligencias y diligenciantes que tuvieron por genuina expresión un Gabinete Ejecutivo impensable meses atrás, cerradas las puertas – incluso – del servicio exterior de tardía depuración, para el dorado exilio de los más sagaces dolientes del régimen en vías de extinción.
Obviamente, luego de 1958, hubo celebridades consaguíneamente vinculadas
al poder, pero aún abusando de los circunstanciales privilegios y hasta
creyéndose aptos para una posterior liderazgo, añadida una alianza
matrimonial oportuna, el fenómeno quedó reducido a los propios límites
del período presidencial y a la imposibilidad de una postrera figuración
dirigencial, por la propia complejidad del sistema político tercamente
republicano.
Lejos de emblematizar al poder, sirviéndose de un supuesto peso heráldico, hay sobrados testimonios de la modestia, austeridad y sencillez de quienes – por cierto – hoy padecen como el que más, la crisis venezolana.
Epígrafe de una extraordinaria novela, “Palinuro de México”, aseguraba Fernando del Paso la exacta correspondencia de la ficción con la realidad, y viceversa. De modo que, en una relación transitiva, podemos aseverar que lo imaginado del presente, acaeció realmente en el pasado; y lo que suponemos del ayer, ocurre hoy.
Ruego y mazo
Publicado en El Globo o Economía Hoy, no recordamos bien, años atrás escribimos sobre la renuncia de numerosos chavistas elegidos – apenas - tres o cuatro meses atrás como parlamentarios, en solfa con los lineamientos del gobierno que estrenaban. Despreciaban al Congreso de la República para el cual aceptaron candidatearse, sin el menor asomo de un trabajo que justificara la curul alcanzada, desautorizándolos moralmente, y a favor de una maniobra de dislocación que tuvo sobrados éxitos.
Tamaño y remoto esfuerzo de deslegitimación, contrasta con los que realiza la actual oposición intentando reivindicar la independencia, eficacia y hasta la existencia misma del órgano del Poder Público. Acaso, muchos preferirán el absurdo camino de 2005 que significó dejar bajo el entero capricho presidencial, concebida como una sucursal u oficina trasera de Miraflores, a la Asamblea Nacional con las consecuencias del caso.
De regreso al Capitolio Federal, la oposición ha debido mil multiplicar sus tareas, con todas las fallas – lógicas o no – que el desafío comporta. Tareas que se orientan a la reivindicación y no deslegitimación, la que corre por las venas gubernamentales en procura de sustituirlas por esa burda, atrasada y supeditada versión del poder popular que proclaman. Sin embargo, hay incomprensión no sólo porque el Poder Legislativo no aparece en los estudios de opinión, desconociéndolo a estas alturas de una nueva centuria, sino por pretender hacer el trabajo propio y, a la vez, el extraparlamentario.
A Dios rogando, no es posible ni concebible que, en nombre de la injusta mayoría que es, se deje enteramente al oficialismo legislar, hablar y acatar sin la más mínima resistencia. Es tan cierto que, en forma ventajista, procesa e impone cada día distintas normas, como igualmente lo es que la oposición no debe dejarle enteramente la tribuna. Y, es por ello, ilustrando el caso específico, que nos empeñamos en profundizar la discusión del Proyecto de Ley Orgánica de la Cultura, asistiendo a las consultas públicas por mucho predominio que exhiban de los eventos y participando de la Comisión Permanente de Cultura, aunque fuésemos derrotados en las votaciones.
Con el mazo dando, seguimos consecuentes con nuestras responsabilidades dirigenciales más allá de la Asamblea Nacional, a pesar de las persecuciones y agresiones. Sabemos que no estamos jugando carritos, por lo que arriesgamos en menor o mayor medida, quienes con nombres y apellidos muy precisos, adversamos lo que – en última instancia – es un proyecto totalitario realizado con indecible cinismo y desfachatez, añadidos los eufemismos en boga.
Por supuesto que no nos hacemos ilusiones, pero las posiciones de combate cívico no se abandonan. Y es mucho más cómodo, obscenamente cómodo, permitir desde casa que sancionen normas, obedezcan las órdenes de adentro y de afuera, aprueben enfermizamente las solicitudes de crédito, nombren embajadores e insulten, con nuestra absoluta indiferencia, omisión, displicencia o decisiva evasión.
Post-Data Fotográfica LB: La primera gráfica nos trae al gobernador de Caracas, general Félix Galavís, firmando los pasaportes de la familia Gómez a los pocos días de morir el pater noster, antes que familiae (Billiken, Caracas, nr. 793 del 01/01/1936). Las siguientes, tienen por protagonista a Hermenelgida Gómez Núñez (Billiken, Caracas, nr. 682 de 12/1932): frecuentando los magazines de la época, nótese que la fotografía fue cuidadosamente superpuesta en la publicación dirigida por Lucas Manzano, pues, además de dar más trabajo, garantizaba la calidad del impreso. Finalmente, en la cámara, los parlamentarios de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), protestan a la Fiscal General de la República (http://www.leanoticias.com/2013/01/29/la-foto-parlamentarios-de-oposicion-protestan-frente-a-la-fiscal-general/).
http://www.noticierodigital.com/2013/07/pater-noster/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=976311
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